Según el Tribunal Supremo Electoral (TSE), para las próximas elecciones presidenciales están aptas para votar 5,613,101 personas. Sin embargo, dentro de ese universo de electores, 350,638 son salvadoreños en el exterior de los cuales 5,948 son los que están realmente aptos para ejercer su derecho. De acuerdo al TSE, son 5,262,463 los votantes radicados en El Salvador. Tomando ese número para calcular porcentajes, el 28.9 % del padrón está compuesto por jóvenes (entre 18 y 29 años), es decir que 29 de cada 100 votantes son jóvenes.
¿Y la participación electoral?
La participación electoral se define como el porcentaje de votos emitidos respecto del total que pudieron haberse emitido. Por ejemplo, si de 200 jóvenes votaron 25, podemos decir que la participación electoral fue del 12.5 %.
Entre los años 2012 y 2015, para las cuatro elecciones celebradas en El Salvador se puede apreciar que los jóvenes han acudido menos a votar que los adultos. Específicamente, el segmento con mayor asistencia a urnas ha sido el de 40 a 59 años.
También es importante señalar que la segunda vuelta electoral de 2014, elevó los porcentajes de participación de todos los segmentos, pero especialmente el de los jóvenes. Para el segmento de 24 a 29 años, al aumento fue de casi 8 puntos porcentuales.
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El Diario de Hoy intentó revisar los datos de la participación electoral de los jóvenes para el año 2018 pero, al momento de realización de este reportaje, el Tribunal Supremo Electoral aún no había concluido la elaboración del informe de votantes.
¿Cómo fue la participación de los jóvenes en cada departamento en las últimas presidenciales?
Al ver los datos, se nota que, en general, en todos los departamentos ocurre el fenómeno de que los jóvenes votan en menor proporción que los adultos. Un caso peculiar es el de La Unión, en donde la segunda vuelta logró que la participación de los jóvenes fuera superior a la de los adultos.
En el otro extremo está el departamento de Ahuachapán, donde la diferencia de puntos porcentuales es bastante mayor. Para la primera vuelta de 2014, el segmento de adultos superó al joven por poco más de 10 puntos y en la segunda, por casi 8.
También es resaltable el caso del departamento de Usulután: aquí, la segunda vuelta animó mucho a los adultos a salir a votar, lográndose una diferencia en participación de casi 10 puntos porcentuales entre primera y segunda votación.
Ante estos números, El Diario de Hoy entrevistó a Luis Villatoro Villaherrera, investigador en temas de tecnología, democracia y juventud, miembro de la red de expertos de integración regional del Sistema de Integración Centroamericana (SICA).
Villatoro dice que, tal como ocurre en buena parte de los países de Latinoamérica, los jóvenes suelen participar menos en las votaciones que los adultos. Sin embargo, resalta el papel que estos pueden jugar para decidir una votación.
Para ejemplificar su punto, Villatoro señala el caso de las elecciones de 2014: “En la primera vuelta hubo una diferencia de casi 10 puntos entre Sánchez Cerén y Norman Quijano, pero en la segunda vuelta, la diferencia fue de menos de un punto porcentual; resulta ser que en la segunda elección fueron los jóvenes quienes más salieron y votaron de acuerdo a los datos.”
Por otra parte, Villatoro comenta que debe haber cambios en el lado de la oferta y en la demanda para incentivar al joven a participar en el proceso electoral.
En la oferta, dice que los partidos políticos tienen que enfocarse en dar propuestas concretas y reales, que sean de beneficio e impacto directo para este grupo etario. Agrega que el tema de empleabilidad juvenil es muy importante y, además, advierte la necesidad de combinarlo con la formación en tecnología para producir empleo de calidad.
En el lado de la demanda, cree que debe concientizarse a los jóvenes sobre la importancia de su involucramiento. Específicamente, rememora el caso del Reino Unido en donde los jóvenes no estaban de acuerdo con abandonar la Unión Europea según las encuestas, pero por no haber incidido lo suficiente permitieron que los adultos tomaran una decisión contraria a sus intereses.