Le escribo con el objetivo de hacerle ver que la caficultura tiene una importancia muy grande en el desarrollo del país, en lo económico y en lo ambiental: el café crea fuentes de trabajo en las zonas adonde se cultiva; los cafetales se consideran los únicos bosques naturales en nuestro país, en los que se produce el agua y oxígeno que aprovechamos en las ciudades.
En el pasado, el café fue una fuente de ingresos importante, la cual los gobiernos aprovecharon para financiar gastos e inversión. Sin embargo, el sector nunca ha tenido un verdadero apoyo “sostenible” en los momentos de crisis, y por ende, la productividad actual ha regresado a los niveles de producción de los años 30.
La crisis actual de precios ha sometido a muchos caficultores a una desesperada situación financiera, pues nos ha afectado en un momento en el que los cafetales están con poca producción debido a las enfermedades y los efectos del clima.
Si su proyecto es sacar adelante la caficultura como sector que apoye la economía del país y mejore la calidad de vida de nuestra gente por medio de empleo digno en las zonas cafetaleras, me permito recomendarle lo siguiente:
Que considere la caficultura como lo que ha sido y lo que debe de llegar a ser. El café de El Salvador ha tenido reconocimiento por su calidad en los mercados internacionales y lo sigue teniendo. Esta es una enorme ventaja en un momento en que los mercados de cafés diferenciados se están expandiendo, aspecto que debemos aprovechar. Igualmente debemos apostar a mejorar el consumo nacional trabajando en la cultura de tomar un mejor café.
Habiendo dicho lo anterior, estoy seguro de que el apoyo gubernamental bien planeado y con una estrategia de país a largo plazo debería ayudarnos para incentivar la productividad y el empleo en el campo. Por lo tanto, el café se debe convertir en un “Producto de Interés Nacional”. Este concepto conlleva un apoyo específico al sector, con el objetivo de privilegiarlo para hacer de éste un negocio rentable para los que participan de él; me refiero al caficultor y sus empleados quienes son los que verdaderamente trabajan y arriesgan sus ingresos en la actividad.
El café debería tener todo el apoyo con objetivos de nación que sean medibles, haciendo responsables a los actores y no dando regalías populistas que no han servido para mejorar la productividad y calidad de la caficultura.
Es necesario cambiar y modernizar las leyes obsoletas que actualmente rigen la caficultura, para vitalizar el sector, agilizarlo y hacerlo productivo. Debe haber incentivos fiscales, de financiamiento, de protección arancelaria y otros como el desarrollo de la educación, infraestructura, seguridad y salud en las zonas cafetaleras. La Escuela Nacional de Agricultura (ENA) se debe rehabilitar en su infraestructura, su pénsum y la calidad del profesorado debe mejorar para educar jóvenes en sistemas modernos de investigación y producción agrícola.
El Salvador ha sido un país caficultor y sabemos producir café de excelencia. Tenemos gente experta pero se perdió el rumbo porque que los gobiernos anteriores no tomaron en cuenta la importancia que el café tiene para nuestro país. Estoy seguro de que si logramos que el sector se vuelva rentable y productivo tendremos muchas fincas de café ofreciendo oportunidades de trabajo y beneficios para que el país regrese a tener un sector pujante que contribuya a la economía de El Salvador.