“You get what you see”

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22 November 2018

Las campañas electorales, desde el punto de vista del ciudadano/votante, no son un ejercicio de adivinanza. Es más simple: What you see is what you get, como dicen en inglés y en el lenguaje de la computación (WYSIWYG): Recibirás exactamente lo que ves.

Para que esto funcione, para que veamos lo que recibiremos, tenemos meses de campaña, vemos a los candidatos en entrevistas enfrentando escrutinio crítico, en foros, en actos públicos presentando propuestas, en universidades, en mítines dando discursos, en reuniones con maestros, médicos, agricultores, estudiantes y empresarios.

A esta altura, con los candidatos expuestos por dos meses a cámaras y micrófonos, a entrevistadores amigables y hostiles, ya no busquemos cualidades o maldades ocultas. Ya no esperemos sorpresas ni trucos de magia. Hemos visto actuar a los candidatos lo suficiente para evaluar lo más importante: su carácter. En base de esta exposición, los ciudadanos ya tenemos valoraciones objetivas - y estas se reflejarán en las próximas encuestas. Las encuestas anteriores reflejaron otras cosas: por ejemplo, el grado de frustración de la gente, incluso con sus propios partidos y sus direcciones (esto muy marcadamente entre los votantes históricos del Frente, pero también de ARENA). Y también se reflejaron las proyecciones propias de la gente, más que su real capacidad de evaluar a los candidatos. A partir de ahora, ya con los candidatos a plena vista, las respuestas en las encuestas se volverán más racionales, gradualmente acercándose a las reales intenciones de voto.

Con la próxima racha de encuestas, hechas ya sobre la base de plena exposición mediática y territorial de los candidatos de hueso y carne, entraríamos en otra fase de la carrera, en la cual los ciudadanos observarán con ojo crítico si los candidatos se mantienen coherentes. Los posicionamientos populistas con sus consignas simples perderán peso – y comienzan a pesar más las soluciones que cada uno propone. Vamos a observar si las formulan y defienden de manera coherente - o de manera oportunista o demagógica, manejando diferentes discursos frente a diferentes audiencias. En esta segunda fase se van a definir las elecciones. Ya no valdrían los mitos creados al inicio, ni las percepciones adelantadas, como “El pueblo ya decidió”, “Bukele ya ganó”, “El Frente ya perdió”, o “Calleja no conecta con la gente”.

Hugo Martínez

En los primeros dos meses de la campaña, Hugo Martínez ha consolidado, contra viento y marea (y a veces contra el pesimismo dentro de su propia gente), que es un candidato diferente a Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén: articulado, deliberante, moderado, racional; que conoce bien el oficio de la política y de la administración pública. Para parar la hemorragia hacia Nuevas Ideas que el Frente ha sufrido, todavía le falta definir con coherencia su concepto de izquierda: democrática, pero fiel a los principios de izquierda. Hugo Martínez no va a incursionar en el electorado de la derecha, no va a robar votos a ARENA, pero con tal que recupera los votos que el FMLN perdió en las elecciones legislativas y de alcaldes, nuevamente estará en la jugada por la segunda vuelta, porque cualquier voto recuperado por él será un voto menos para Bukele.

Carlos Calleja

Carlos Calleja y Carmen Aída Lazo, en los primeros dos meses de su campaña, lograron establecer que no representan la continuación de las políticas históricas de ARENA y del PCN. Lo lograron con sus argumentos y propuestas, pero sobre todo con la manera cómo se presentan, con su lenguaje, sus actitudes. Independientemente de que la gente esté de acuerdo con sus propuestas, comienza a percibirlos como lo que son: outsiders, un nuevo tipo de políticos, quienes sin enfrascarse en discusiones ideológicas o pleitos con sus partidos rompen con sus prácticas tradicionales y desfasadas. Desecharon visiones fracasados de la derecha salvadoreña como la Mano Dura o la supremacía del mercado sobre el Estado, y las sustituyen con enfoques de inversión social focalizada – y no han salido de este guión, a pesar del potencial conflicto con sus partidos, y también sin miedo de ir contra corrientes populistas de la opinión pública. Con esto, más allá de diseñar políticas públicas novedosas, muestran carácter, coherencia y -sorpresa- liderazgo.

Josué Alvarado

Los candidatos de VAMOS han logrado algo poco esperado: perfilarse como otra expresión del hartazgo popular con los partidos y sus gobiernos, pero sin caer en anti-política, propuestas irresponsables ni confrontaciones estériles – elementos que marcan la campaña de Nuevas Ideas. Con esto, aunque no se perfilan como opción para la presidencia, sí se convierten en competidores serios para las elecciones legislativas del 2021, metiéndose en territorios que pensaba monopolizar Bukele con Nuevas Ideas. Y todavía falta incursionar Nuestro Tiempo de liberales como Johnny Wright…

Nayib Bukele

¿Qué ha logrado Bukele en estos dos primeros meses de campaña? Nada nuevo. Ha tratado de mantener intacto el mito creado de que está ganando. De acuerdo a su tesis que ya ganó, porque “el pueblo ya decidió”, no se ha preocupado de acercarse a los ciudadanos. Él los convoca, pero se limita a predicar a los ya convencidos. No aprovechó el tiempo ni los medios para explicar sus Nuevas Ideas. Ni para resolver las contradicciones entre su discurso de ultraizquierda (“Soy el heredero de la izquierda de Schafik”) y sus pactos secretos con el sector más desprestigiado de la derecha corrupta (GANA, Walter Araujo, ex operadores de Toni Saca como el primo Herbert…).

Lo que vemos

Esto es lo que vemos. Esto es lo que hay. Los posicionamientos e incluso las sorpresas ya pasaron. Cualquiera puede tratar, en la fase final, de sacar conejos blancos del sombrero o ases de la manga - pero será tarde. A partir de hoy vamos a medir coherencia y carácter, ya no ocurrencias y maniobras como sacar vía a la izquierda y doblar a la derecha. En la fase final será contraproducente, porque va contra la coherencia y credibilidad que los ciudadanos buscan.

El arte, a partir de ahora, será construir sobre los fundamentos ya sentados. Porque así juzgamos carácter, coherencia y predictibilidad. A partir de ahora lo que cuenta son el argumento sólido y la capacidad de escuchar e incorporar lo escuchado en las visiones del futuro gobierno. Contará más la actitud relajada y menos el discurso incendiario.

En resumen: Vamos bien.