Recientemente se han celebrado varios homenajes, tanto a nivel nacional e internacional, en el marco de los sesenta años del fallecimiento del Dr. José Gustavo Guerrero, el más ilustre jurista y diplomático en la historia de El Salvador, que colocó el nombre de nuestro país al lado de las naciones más poderosas y civilizadas.
El Dr. José Gustavo Guerrero nació en San Salvador el 26 de junio de 1876 (fecha en la que se celebra todos los años el “Día del Diplomático Salvadoreño”) y falleció a los 82 años en la ciudad de Niza, Francia, el 25 de octubre de 1958.
En 1928, como Ministro de Relaciones Exteriores de El Salvador, se convirtió en el paladín de Latinoamérica durante la Sexta Conferencia Panamericana, al defender con tenacidad el principio de la no intervención en los asuntos internos de los Estados. En 1929, como Presidente de la Décima Asamblea de la Sociedad de Naciones, colocó la primera piedra de la actual sede de la ONU en Ginebra, Suiza. En 1940, como Presidente de la entonces Corte Permanente de Justicia Internacional, con sede en La Haya, Países Bajos, defendió valientemente al personal y los archivos de la Corte ante la invasión de las tropas Nazis.
En 1945, terminada la Segunda Guerra Mundial, EE. UU. envió un avión a Ginebra para que el Dr. Guerrero asistiera a San Francisco como consultor para la fundación de la ONU. Un año después, fue electo por la Asamblea General y por el Consejo de Seguridad de la ONU como juez de la nueva Corte Internacional de Justicia, tribunal que surgió con la misión de resolver las controversias internacionales para evitar así una nueva guerra. El respeto universal que evocaba el Dr. Guerrero y su habilidad para tratar los más complejos temas jurídicos le valieron, al instaurarse la Corte Internacional, para ser electo como su primer Presidente, recayendo así en un salvadoreño el privilegio exclusivo de haber presidido las dos cortes mundiales. El Dr. Guerrero es también el único salvadoreño que ha sido nominado en dos años al Premio Nobel de la Paz (recibió una nominación en 1948 y siete nominaciones en 1949).
En la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington, D.C., se le rinde permanente homenaje con un salón que lleva su nombre; asimismo, la escalinata de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en San José, Costa Rica, está coronada con un retrato del destacado jurista; y en la sede de la Corte Internacional de Justicia, en La Haya, un salón especial exhibe un enorme óleo del Dr. Guerrero. En El Salvador, puede apreciarse su monumento frente a Casa Presidencial.
El pasado octubre, la Cancillería salvadoreña le rindió un merecido homenaje al excanciller de la República en sus instalaciones, las cuales han sido bautizadas como “Complejo de edificios Dr. José Gustavo Guerrero”. En dicho acto se exhibieron algunos libros y pertenencias del Dr. Guerrero que fueron donadas por la familia, las cuales han sido declaradas bienes culturales protegidos internacionalmente por el Escudo Azul de la Unesco.
En el mismo mes, descendientes del Dr. Guerrero tuvimos el honor de asistir al Palacio de la Paz, en La Haya, al homenaje que la Corte Internacional de Justicia y la Embajada de El Salvador ante el Reino de los Países Bajos le rindieron al renombrado jurista salvadoreño. En su discurso, el actual Presidente de la Corte Internacional, Abdulqawi Ahmed Yusuf, exclamó: “El Dr. Guerrero no marcó la historia. Él dirigió la historia”. También dijo sentir mucho orgullo porque en el mundo se le rindió homenaje, en el mismo mes, a dos de los salvadoreños más universales: “Romero en Roma y Guerrero en La Haya. Si nosotros (la Corte Internacional) pudiéramos santificar, ya hubiéramos santificado a Guerrero”, manifestó.
Al día siguiente del homenaje en La Haya, recibimos la grata noticia de que la Asamblea Legislativa de El Salvador, por el acuerdo unánime de los diputados de todas las fracciones legislativas, otorgará de forma póstuma al Dr. Guerrero la “Orden al Mérito 5 de Noviembre de 1811, Próceres de la Independencia Patria”, la máxima condecoración que entrega dicho órgano del Estado.
A sesenta años de su partida física, estos homenajes son una valiosa oportunidad para colocar nuevamente en la palestra que se merece al Dr. José Gustavo Guerrero, el salvadoreño que se convirtió en una de las autoridades más respetadas del derecho a nivel mundial. Que su vida y legado sirvan de inspiración para quienes abogamos por un país con mayor justicia, en el que prevalezca un irrestricto respeto al Estado de derecho.
Tataranieto del Dr. José Gustavo Guerrero