PUESIESQUE… ya tenemos Sala de lo Constitucional y Corte Suprema de Justicia integrada plenamente, así que, como siempre que se llega a una meta es ocasión de congratulaciones, pues cumplamos con las reglas de cortesía: felicitaciones a los magistrados electos y, sobre todo, plácemes a la sociedad civil.
Y es que después del tortuoso proceso —por ratos, vergonzoso espectáculo— que supuso, por parte de la Asamblea Legislativa, un retraso de más de 4 meses en elegir magistrados, un análisis minucioso del proceso de elección de magistrados de la Corte Suprema de Justicia, en este 2018, impone felicitar a la sociedad civil —ciudadanos, organizaciones, tanques de pensamiento— que insistieron, por meses, en la elección de candidatos idóneos, probos e independientes. Bien es cierto que quedaron fuera de la elección algunos candidatos con mejores credenciales que algunos de los electos, pero ahora corresponde esperar la producción jurídica de estos.
Y también expresamos parabienes a los magistrados electos, porque han logrado un objetivo personal y profesional, pero sobre todo, asumen un reto trascendental para el presente y el futuro del país: transformar radicalmente la administración de justicia en el país, hacer que la justicia atienda, eficiente y efectivamente, las necesidades de la población salvadoreña.
Por ello es que la lucha ciudadana NOSEACABUCHE, sino que ahora debe asumir otras tareas, entre ellas, estar sumamente atentos y vigilantes de la conducta —acciones y omisiones— y de las decisiones de los nuevos magistrados, ya que, como dice Frank Galvin —personificado por Paul Newman— en la excelente película cuyo título he copiado para este artículo: “Si vamos a tener fe en la Justicia, tan solo hemos de creer en nosotros mismos”.
Y ello es así porque convencido que la nueva integración de la Corte Suprema de Justicia y, sobre todo, de la Sala de lo Constitucional, será el tribunal en relación con el cual existirá, desde el nacimiento de nuestra incipiente democracia constitucional, el mayor escrutinio ciudadano: veremos si la “nueva” Corte profundiza en la lucha contra la corrupción; veremos si la “nueva” Sala consolida y fortalece el papel que el control constitucional juega en un régimen democrático, representativo y republicano. Y tanto Corte como Sala ya tienen ante sí los primeros retos que afrontar.
¿Y las felicitaciones a los señores diputados? Pues no: primero, porque ellos solitos se autoexaltaron; segundo, porque hicieron lo que es su obligación constitucional; y, tercero, porque no se lo merecen.
¡Qué ingrato sos con nuestros representantes!, pensarán algunos, pero veamos realidades y seamos objetivos: los diputados prometieron elegir en tiempo, y no lo hicieron (la población quedó sin protección constitucional por más de 4 meses); se comprometieron a que la elección sería únicamente sobre la base de meritocracia, y tampoco cumplieron; casi juraron que el cuoteo partidario no existiría en el proceso de elección, y resulta que ese fue el elemento determinante para las negociaciones políticas y para la toma de decisión final; garantizaron que el proceso de elección sería público, y terminaron tomando acuerdos como resultado de quién sabe qué negociaciones, en reuniones secretas que eufemísticamente los diputados llaman privadas (por ello, en evidente violación de la Constitución, se eligió como magistrado a un candidato respecto de quien no existió, en ninguna forma y en ningún momento, el mínimo debate parlamentario público).
Pero, bueno, la administración de justicia —sobre todo la constitucional— inicia una nueva etapa y hay que ver hacia adelante.
P.D.: A pesar de que algunos diputados pidieron perdón a la población, no vemos el propósito de enmienda para el proceso de elección del Fiscal General de la República.
Abogado constitucionalista