La creciente hostilidad que enfrentan desde su llegada a la frontera norte de México apremia a los miembros de la caravana migrante centroamericana a pedir asilo en Estados Unidos o decidir volver a su país.
“No nos quieren aquí, han sido muchos insultos y nos dolió porque pensamos que iba ser igual que en Chiapas, Veracruz y Ciudad de México, y no fue así, aquí nos trataron mal y eso nos desanima”, dijo a la agencia Efe Alexander, un migrante hondureño de 18 años de edad.
Han tenido que pasar más de 30 días de viaje y 4,000 kilómetros de travesía, desde la frontera sur de México, para que los migrantes experimentaran el racismo, la discriminación y la xenofobia que ha aflorado en Tijuana.
Los mensajes contra su estancia en Tijuana, frontera de México con San Diego (California, EE.UU.), han pasado del anonimato en redes sociales, a manifestaciones en su contra que llegaron al punto de confrontación física.
“¡Perros! ¡Muertos de hambre! ¡Regresen a su país!”, son expresiones que ha tenido que escuchar tanto Alexander como los casi 4,000 miembros de la caravana que llegó a la frontera con Estados Unidos.
Caravana se concentra a las puertas de Estados Unidos
Alexander dijo a la agencia noticiosa Efe que ante esta creciente hostilidad solo le quedan ganas de volver a Honduras aunque ahora tiene miedo porque el presidente de su país, Juan Orlando Hernández, “ha amenazado que todo aquel que salió del país en la caravana lo meterá a la cárcel tres años”.
Contó que su objetivo era ir a trabajar a Estados Unidos para salir adelante “pero no se pudo y me regreso a Honduras” por lo que ha dicho que se entregará al Instituto Nacional de Migración de México para ser deportado.
Karla, una hondureña de 25 años, cree que su mejor opción es entregarse a las autoridades estadounidenses de migración para que su mamá, quien vive en Miami (Florida) hace 24 años pueda defender su caso en la corte.
Caravana de migrantes retoma su marcha hacia Tijuana de donde planean pedir asilo en EE. UU.
Karla afirma que puede trabajar y destaca que tiene un talento especial para cocinar: “me gusta mucho aprender y en cualquier cosa podría trabajar pero me gusta mucho la cocina y creo que podría trabajar en un restaurante”.
La presión sobre los migrantes alcanzó su mayor nivel durante esta semana con las protestas de centenares de residentes que consideran que su presencia les afectará en su vida cotidiana.
A media semana, unos 150 vecinos del área residencial de Playas de Tijuana, donde la valla fronteriza se adentra en el mar, protestaron contra su presencia y amenazaron con bloquear los accesos a ese lugar.