Exceptuando los servicios médicos privados que siempre van a la vanguardia en RRHH, instalaciones, equipos y atención al cliente, no se perciben esfuerzos significativos para mejorar la calidad de los servicios médicos en la red pública y en el ISSS y como dice un empleado de esta última institución: ¡Si apenas salimos adelante con lo rutinario!
El actual estado de cosas se refleja en algunas frases de los usuarios: “El doctor me dijo que me puede operar si traigo los materiales y las medicinas”, “Me dejaron en una camilla porque no había camas”, “El médico no me explicó qué tengo y sólo se dedicó a escribir en el expediente”, “Me hizo dos preguntas, me examinó a la carrera, garabateó en el expediente y se fue” y “La enfermera me explicó que del total de monitores fetales solo dos funcionan”.
“Perdí toda la tarde y parte de la noche pero al menos me pusieron una inyección y me mandaron a la consulta”, “Vengo a condición, si no viene la persona citada es probable que me pasen con el doctor”, “Al fin me operaron porque prestaron materiales a una clínica privada”, “Me voy a la capital tal vez ahí tienen la medicina que necesito”, “Me dijeron que no van a programar operaciones hasta que el autoclave funcione con normalidad”, “Siempre me salen con lo mismo: no hay medicina, venga la otra semana” y “A veces no hay manera de calmar la sed y uno tiene que coger agua de un lavamanos”.
“Después de tres horas esperando sentado en bancas o sillas muy duras, duelen las posaderas”, “En el desayuno no faltan los frijoles, los huevos y el pan francés, servidos en una vajilla de plástico desgastada por el uso”.
“En el almuerzo en el mejor de los casos sirven un trozo de carne insípida, arroz y algunos vegetales salcochados”, “El refrigerio no pasa de un guineo de seda y un refresco con sabor a agua azucarada”, “Como la cena la sirven bien temprano es natural que uno sienta hambre por la noche”, “La señorita social pone la cara por nosotros los encamados pero no le hacen caso”.
Todo mundo acepta con resignación las órdenes castrenses de “Súbase a la báscula”. “Bájese”, “Ya le dije que se sentara” y las insufribles colas: Cola para que lo atiendan en la ventanilla, cola para que lo preparen, cola en la farmacia, etc. Peor que las anteriores es hacer cola para entregar muestras de laboratorio a las 5:00 a.m. Como es de esperar tienen dificultades las señoras con niños, los pacientes de la tercera edad que no pueden estar de pie mucho tiempo, las señoras embarazadas y los discapacitados.
¿Qué podrá hacer el futuro presidente de la Republica ante las situaciones planteadas? Con la velocidad con que marchan las cosas en el país podría necesitar 40 años, tal vez 60, de ahí que sugiero implementar medidas urgentes para el corto plazo que realmente tengan impacto positivo y evitar en lo posible las acciones “pajísticas” como eso de la Reforma de Salud que a estas alturas no pasa de ser una ilusión óptica.
Mis sugerencias son, entre otras, las siguientes: (1) Invertir el triple o quizá más en la prevención de las enfermedades que gravitan mayormente sobre la red de nosocomios y demás establecimientos de salud porque es mucho más barato y beneficia a mayor número de ciudadanos; (2) Dotar a los hospitales de todo el país de presupuestos oportunos y suficientes que garanticen una operatividad satisfactoria los 12 meses del año; (3) Implementar una reforma educativa en el área de la salud, se trata de producir mejores médicos, enfermeras, técnicos y administrativos que coadyuven el mejoramiento de la calidad de los servicios, incluye ejecutar medidas estratégicas como suprimir las residencias universitarias y reemplazarlas por las residencias hospitalarias que producen mejores especialistas y (4) Creación de un ente autónomo, que no sea juez y parte, encargado exclusivamente de la acreditación de hospitales. En otras palabras, que solamente se autorice el funcionamiento de hospitales que cumplen con los requisitos correspondientes.
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