La finalidad humana de evitar o retardar la muerte hace que se vuelva un verdadero afán en la vida de todos los seres humanos el mantener la salud. En este proceso hacemos muchas cosas, algunas con lógica verdadera y alguna otra carente de razón. Es por este motivo que al afirmar: “La lectura de libros mejora la salud”, algunos, quizá los escépticos de la lectura, podrán cuestionar la certeza de esta afirmación. Los aficionados a la lectura de libros coincidirán que debe ser una aseveración real y en medio de estas dos posturas podrá haber un universo completo de personas que solicitaran más información al respecto.
Esta información viene apareciendo en textos y revistas de medicina desde hace unos pocos años, razón por la que aún se trata de un tema por desarrollar en forma completa. Para tal fin, los estudios realizados han incluido personas que se encuentren enfermas independientemente de su afinidad por la lectura. En segundo lugar, se trata de “leer libros”, los clásicos libros hechos de papel. No se consideran las nuevas formas de lectura, los e-books que se pueden leer en tablets, teléfonos inteligentes, computadoras, kindles ni los audio-libros.
Definitivamente estos estudios están diseñados a ampliar el conocimiento que ya tenemos de los beneficios de la lectura, por ejemplo sabemos que la lectura de libros es efectiva en el control de los estados de ansiedad, especialmente si el libro nos permite abstraernos de la realidad que nos rodea y es la causa de la mencionada ansiedad; de igual manera, los libros que requieren concentración y atención en el curso de su lectura son de utilidad en el retardo de los problemas de demencia precoz entre otras enfermedades.
Estas nuevas investigaciones nos indican que el tiempo de lectura debe ser entre 30 y 60 minutos para que tenga efectos positivos en nuestra salud. La razón de esto es que ese es el tiempo requerido para que la inmersión en el libro sea completa, provocando más serenidad, lo que hace que se liberan sustancias internas como serotonina que facilitan un equilibrio que nos permite relajarnos completamente. En esta fase se “aprende” de lo que se trata la lectura. Antes de este tiempo, la lectura será superficial y el efecto de aprendizaje menor.
Los investigadores españoles Agustín Hidalgo y Begoña Cantabrana, en el estudio “Los efectos terapéuticos de la lectura”, indican que la lectura de libros hacen al paciente más sensible y discriminativo, lo que permite que sea más receptivo a los tratamientos médicos propuestos. Para aquellos que tienen enfermedades terminales la lectura permite alcanzar un estado de consuelo y resignación en forma más temprana.
Debemos recordar que estas formas de mejoría de la salud, no sustituyen los tratamientos médicos que cada paciente tiene, sin embargo debemos abrir nuestra mente a los posibles efectos positivos que tendremos si nos adentramos en la lectura. Para tal efecto, es bueno citar a Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010 cuando menciona: “El arte nos defiende del infortunio y de la adversidad, nos invita a un mundo alterno más propicio para el hombre. Durante varios años combatí mis depresiones leyendo el episodio de la muerte de Emma Bovary”.
Ya sea que nuestra relación con la lectura pueda clasificarse como indiferentes, aficionados o adictos a la lectura, es importante que consideremos la información que proporcionan los nuevos estudios, todo con la finalidad de tener, gracias a los libros, no solamente una vida más saludable sino también una vida más interesante.
Doctor en Medicina y Teología