¿Quo Vadis El Salvador?

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13 November 2018

En días recientes hemos sido testigos de uno de los fenómenos más alarmantes de los últimos tiempos, en términos del drama humano de la desintegración familiar y la descomposición social.

Nos referimos al tema de la emigración masiva, fenómeno además compartido por los países del Triángulo Norte que puede ser analizado desde diferentes ópticas y que ha sido caracterizado por las famosas “caravanas”, con todo lo que el tema implica en términos mediáticos y de repercusión política en nuestros países y que cuenta con su caja de resonancia en los propios Estados Unidos.

Se ha dicho mucho sobre el tema. Algunos piensan que es un tema de presión sobre la política antiinmigrante del Presidente Trump y se lo achacan a diferentes motivaciones e intenciones, culpando del tema desde un dictador antidemocrático como Nicolás Maduro hasta un millonario estadounidense como George Soros.

Personalmente, creo que el fenómeno es multicausal, pero lo que no podemos obviar es que se trata de un fenómeno con profundas raíces estructurales.

En El Salvador ha sido considerado un fenómeno relevante, desde antes del conflicto por la presencia del famoso “sueño americano”, se agravó durante el conflicto con los desplazamientos poblacionales forzados por el enfrentamiento armado generalizado y se ha mantenido después de los acuerdos de paz, fundamentalmente por causa de la extrema pobreza, la falta de oportunidades y los altos índices de violencia e inseguridad ciudadana.

Según cifras oficiales, un promedio de 300 personas abandonan diariamente el país con rumbo a los Estados Unidos, es decir, unas 2,000 personas por semana incluyendo personas mayores y niños. La única diferencia es que no se anuncian como caravana ni reciben ayuda humanitaria en su viaje.

Nos preguntamos entonces ¿a qué se refieren las autoridades del actual gobierno cuando hablan del programa de El Salvador Seguro o de El Salvador productivo? ¿Adónde quedó la fábrica de empleo del gobierno recién pasado, la policía comunitaria y los múltiples recursos dedicados a los programas de crecimiento económico y desarrollo social?

Importante también es preguntarse ¿cuáles son los planes concretos con que las diferentes fórmulas presidenciales piensan abordar este complejo problema a partir de 2019?

¿Cómo se va a recuperar el control territorial, cómo se piensa lograr la inclusión, la reinserción y cuáles son las posibilidades reales de transformar el rumbo del país? ¿Qué oportunidades reales se abrirán para los jóvenes como alternativa a la delincuencia y la emigración y, sobre todo, cómo se van a financiar esas medidas?

La población sufre día a día sin empleo, sin seguridad, sin soluciones reales a la crítica situación de salud y educación, con dificultades para subsistir y para terminar, muchas veces son forzados a abandonar sus viviendas sin que los poderes establecidos logren alguna solución.

El drama de las caravanas, pues, es solo la punta del iceberg de un complejo problema de desintegración familiar y descomposición social que requerirá para enfrentarlo, ingentes recursos técnicos y financieros, mucha voluntad política y el concurso de todos los salvadoreños comprometidos.

Presidente de Concertación Democrática Nacional y

expresidente de la Corte Suprema de Justicia.