Saqueadores dañan patrimonio de isla rica en petrograbados

Pese a estar catalogada como un Bien Cultural y a una serie de disposiciones, las autoridades no han podido detener la extracción de material de ese espacio en Santa Ana

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10 November 2018

El Cerro de las Figuras tiene más de 200 grabados y cada uno de ellos cuenta historias sobre rituales, sacrificios, la forma de vivir de los pueblos que habitaron en los alrededores del lago de Güija y cuál era la visión del mundo que tenían.

Las rocas fueron talladas durante el periodo postclásico tardío (del año 1,250 al 1,525), época en la que podrían haber sido común los sacrificios, aunque no precisamente humanos, y diferentes rituales.

Pese a toda esta historia, y a medidas impuestas por el Estado, nadie ha sido capaz de detener el saqueo y el extravío de esa riqueza invaluable. Y si esto fuera poco, causa más incertidumbre el hecho de que la isla este en venta, algo que deja muchas dudas por tratarse de un patrimonio cultural.

La isla fue declarada Bien Cultural en septiembre de 2012, según decreto legislativo publicado en el Diario Oficial. Desde entonces, tiene medidas de protección y están prohibidas las construcciones, principalmente aquellas de grandes dimensiones, entre ellas urbanizaciones, caminos, calles, fundación de lotificaciones, entre otras.

Mientras que las acciones permitidas son “cultivo no invasivo, sin uso de arado, tractores u otra maquinaria para roturar la tierra; pasto para ganado; investigaciones arqueológicas autorizadas por la autoridad respectiva”, según la descripción del Diario Oficial de esa fecha.

Para algunos especialistas consultados, el lugar ha sufrido destrozos de manera continuada, debido al abandono en el que se ha encontrado.

El abandono de El Cerro de las Figuras, como se le conoce, es confirmado por personas de la comunidad que habita en la isla.

El cuido y garantía del sitio es responsabilidad del Estado, del Ministerio de Cultura, Alcaldía de Metapán, Ministerio de Medio Ambiente (Marn); y por ser una propiedad privada, de la persona que es propietario.

En la actualidad no existe ninguna iniciativa que garantice la protección del sitio o al menos investigaciones para obtener más información de las construcciones que están en el subsuelo. En verano, Igualtepeque es una península, mientras que en invierno queda aislada.

La historia

En 14 años de investigación, Hugo Chávez, arqueólogo e investigador en Arte rupestre del Museo de Antropología David J. Guzmán (MUNA), ha logrado interpretar algunas de las historias que tan celosamente han sido guardadas por siglos en las rocas que están en la península de Igualtepeque, situado en el caserío el Desagüe, cantón Las Piedras del lago de Güija en Metapán, Santa Ana.

Uno de los principales hallazgos que el investigador ha encontrado es que en los petrograbados predominan cuatro deidades de origen mexicano y a través de ellas se pueden interpretar los rituales que eran llevados a cabo.

Un detalle a destacar es que todas las deidades estaban al mismo nivel de autoridad, pero representaban energías distintas, por tanto sus funciones eran diferentes.

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 Chávez asegura que es posible que en Igualtepeque se hicieran sacrificios porque entre los petrograbados se ha encontrado la imagen de Xipe Totec, personaje que está ligado a la práctica.

“En el pensamiento de ellos el sacrificio servía para renovar la vida, el sacrificio es porque la vida tiene que seguir y si no se le daba de comer a los dioses, ellos mandarín desgracias. Los sacrificios podrían haber sido humanos o de animales, era una parte importante para continuar la vida de la sociedad”, dice.

No obstante, Luis de Paz, miembro de la red nacional de pueblos indígenas El jaguar sonriente, niega que en el país se hayan realizado este tipo de sacrificios.

“En El Salvador está demostrado que no existieron sacrificios humanos por que las personas de las comunidades no aceptaron la idea y rechazaron la práctica”, sostiene Paz.

Sin embargo, ambos coinciden en que el sacrificio era una forma de renovar la vida, de purificación y honor para las personas.

Lugar de control

Igualtepeque es una península que en invierno se convierte en isla y la única forma de llegar es en una lancha. En el país es de los pocos sitios arqueológicos que están amurallados con rocas, lo que denota que era un lugar importante porque solo eran protegidos los sitios que eran utilizados para rituales, sacrificios y estratégicos.

Paz asegura que las rocas que están en la playa de la isla podrían haber servido de defensa o escudo ante el ataque de otros pueblos.

“Al estar amurallado es muy posible que ellos quisieran defenderse de ataques de pueblos cercanos, quiere decir que solo buscaban su protección y la protección de su reino. Estamos ante una ciudad que podría haber sido una especia de capital importante y que esté en el centro del lago lo hace mucho más interesante”, señala Paz.

Hasta la fecha en el lugar no se ha hecho ningún tipo de excavación, pero según un informe emitido en 2006 por el departamento de arqueología de la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural se describe como un lugar con “terrazas, una pirámide, una muralla y plataformas”.

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 Para Chávez, los petrograbados narran los hechos que ocurrían en la parte superior de la isla. Además, coincide con Paz en decir que la muralla de rocas denota una función militar.

“La zona amurallada tiene una función militar y es que desde la plaza se tiene visibilidad de lo que pasa alrededor del lago. Cumplía la función de control, así evitaban que vinieran otros pueblos a invadir el territorio”, explica Chávez.

Otro detalle que se puede deducir a través de las construcción es que para los pueblos era un lugar considerado sagrado y exclusivo, por tanto no cualquier persona podía entrar.

“No es una plaza pública, es una plaza que está arriba de un cerro y eso tiene un significado. Es como una especie de acrópolis, solo la gente con mayor rango, la elite podía estar ahí”.

Debido a la función religiosa y de control que se supone tenía la isla, es probable que no haya existido un asentamiento indígena en el Cerro de las Figuras porque era más bien como un lugar de paso donde los pueblos llegaban, hacían sus rituales y regresaban a sus lugares de origen.

Alrededor del lago se asentaron, en territorio salvadoreño, la culturas pipil; en Guatemala, las culturas chortí o pokom. Esto denota que era un lugar de convivencia cultural, pero fueron los nahua - pipiles quienes estuvieron en la isla, por lo que se encuentran deidades mexicanas en el lugar.

Destrucción del patrimonio

Stanley Boggs, arqueólogo estadounidense, registró por primera vez en 1942 el sitio arqueológico con el nombre de Igualtepeque, Igualtepec o Cerro de las figuras.

La península tiene 33 manzanas. En la playa norte están ubicadas las rocas, donde se concentran 234 petrograbados, según un inventario que se hizo en 2013 por la Secretaría de Cultura, ahora Ministerio de Cultura.

Se cree que el número podría haber sido mayor en años anteriores, ya que la isla ha sido saqueada en múltiples ocasiones desde 1960, según el “Informe sobre el sitio Arqueológico Igualtepeque y las amenazas que enfrenta”, publicado por la Fundación Nacional de Arqueología de El Salvador (Fundar).

“La pirámide principal de Igualtepeque fue dañada por una trinchera de saqueo alrededor de 1960. Sin embargo, desde hace aproximadamente una década, se ha ido saqueando las estructuras de Igualtepeque una por una”, se lee en el documento.

Según este informe, una de las primeras extracciones fue la que se hizo cuando se construyó la presa El Guayabo y CEL llevó algunas rocas a las instalaciones de la presa, otras al edificio del Centro de Gobierno. También, cerca de 15 piedras se encuentran en el MUNA; otras están en el parque principal de Metapán y hay muchas otras de las que se desconoce su ubicación, por tanto no están inventariadas.

Esto sin contar las personas que han llegado a la isla a escarbar y extraer artefactos como ollas con huesos, trozos de cerámica, piedras utilizadas para moler, puntas de lanzas o flechas, según señala Magdaleno Magaña, presidente de la Adesco de la comunidad que habita en la isla.

Magaña tiene una colección de más de 100 piezas que fueron encontradas por personas que llegaron a escarbar.

“Para que no se las llevaran yo las compré, queremos que las cosas no salgan de aquí y es nuestro deber protegerlos”, expresa Magaña.

Para Luis de Paz, el constante saqueo y la extracción de las rocas representa un “terrible error” porque cada piedra está colocada con una función y significado específico.

“El moverlos no ha sido correcto porque nuestros ancestros los dejaron ahí porque servían para el flujo de energía. Las piedras no están colocadas ahí y en esa forma de puro gusto porque para nosotros estos son circuitos; cada circuito tiene sus componentes y tienen su proceso, si se quita una pieza del circuito la energía ya no fluye”, explica Paz.

Asegura que la muralla de rocas denota que la isla también es un centro energético porque las culturas indígenas siempre buscaban lugares con fuerte carga de energía para sus asentamientos.

Explica que algunos de los tallados que tienen las rocas son mapas que registran la ubicación de las comunidades y del Cerro de las Figuras. Paz también cree que plasmaban el significado y ubicación de las estrellas porque para ellos era importante, ya que tenían relación con la espiritualidad y los cuerpos energéticos.

Otro aspecto que pone en peligro la riqueza arqueológica de este sitio es que algunos grabados rupestres han sido retocados con ladrillo rojo, pintura e incluso algunas personas han querido resaltar más los detalles remarcando los trazos y desfigurando el grabado original.

“Es un lugar que ha estado demasiado descuidado, ha sufrido destrozos y esto es lamentable para nuestro patrimonio. Las piezas arqueológicas y vestigios no se les ha dado la importancia que tienen”, dice Paz.

“Lastimosamente ha sido un lugar que ha estado abandonado en las últimas décadas, no sabemos realmente por qué no se ha hecho investigación. Creemos que, quizás ha habido falta de interés”, manifiesta Chávez.