El virus de la falsa equivalencia

descripción de la imagen

Por

12 November 2018

El virus de la falsa equivalencia está atacando a una de las instituciones más importantes de una democracia libre: el periodismo honesto. La falsa equivalencia es una herramienta retórica a la que normalmente recurren los políticos demagogos y que consiste en comparar dos situaciones -- ya sea en lados opuestos del espectro político o con observables imbalances de poder-- y declararlas equivalentes. En el periodismo y los medios de comunicación, la falsa equivalencia aparece comúnmente en analistas políticos o periodistas intentando quedar bien con Dios y con el diablo. Por evitar ser tachados de subjetivos, quizás influidos por la polarización guerra fríista que asume de manera haragana que una crítica a un lado del espectro político necesariamente implica simpatía hacia el otro, piensan que criticar a “ambos lados” equiparando conductas objetivamente diferentes es un juego suma cero. Piensan que resulta milagrosamente en un resultado neutral, cayendo en la falacia de comparar peras con manzanas y declararlas iguales.

En Estados Unidos, este virus se llama “both-sideism” y ha afectado en ocasiones hasta a los más respetados periodistas políticos. Se ha vuelto indudablemente más severo con los retos que presenta la administración del Presidente Donald Trump y su consistente hábito de mentir descaradamente. El miedo a que los aliados de Trump reaccionen con histeria fanática y los ataquen de partidistas por reportar la neutral realidad de que el presidente miente, ha hecho caer a muchos en el “both-sideism,” acompañando sus reportes de las carencias comprobadas de Trump, con menciones de fallas de menor grado de personajes menos relevantes en el espectro opuesto. Como si fueran equivalentes, presentan un escenario en el que los dos lados tienen el mismo nivel de corrupción o mentiras.

A ver: la neutralidad y la objetividad en el periodismo siguen siendo el estándar al que hay que aspirar para proteger la democracia y mantener una sana auditoría del poder. Pero es malentender la objetividad y la neutralidad pensar que hay que en su nombre hay que sacrificar los matices y complejidades de la realidad, asumiendo que dos cosas no pueden coexistir sin ser inmediatamente comparadas en el mismo plano como idénticas o equivalentes.

El Salvador no ha sido inmune a la falsa equivalencia, este virus nefasto de pobreza analítica. En política, lo estamos viendo con los diputados que asumen que “ELEGIR MAGISTRADOS YA” se encuentra por alguna razón en el mismo plano de moralidad que elegir magistrados idóneos, y con el fin de fundamentar semejante desfachatez han tenido que verse en la posición de defender lo indefendible y presentar el historial de corruptela y probidad dudosa de una nominada a magistrada como experiencia deseable. No solo los diputados caen en la trampa de la falsa equivalencia: lo vimos también la semana pasada en la opinión pública con quienes equipararon como idénticos a los bandos que se enfrentaron en choques violentos en la ciudad de Santa Tecla, cuando uno tenía el monopolio armado de la fuerza y el otro no. Se puede tener una conversación franca sobre las complejidades de aplicar el Estado de Derecho, la necesidad económica y las trabas burocráticas que empujan a varios comerciantes a la ilegalidad, sin excusar el abuso de la fuerza policial como necesario.

También sería deshonesto comparar como exactamente equivalentes las opciones entre Calleja y Bukele en la campaña presidencial, cuando la campaña de Nuevas Ideas recurre, de maneras observables y comprobadas, al abuso cibernético, las noticias falsas y estrategias de bajísimo nivel contra cualquiera que se atreva a criticar a su candidato, y cuando la campaña de Calleja no ha recurrido a semejante bajeza. Se puede decir lo anterior, porque es una realidad comprobada, sin negar o dejar de reconocer el pasado corrupto de muchos miembros de ARENA. Aceptar que la realidad (sobre todo la política) no siempre viene en paquetes aplicables a “los dos lados”, no es perder neutralidad. Es comprometerse con la verdad.

Lic. en Derecho de ESEN con

maestría en Políticas Públicas

de Georgetown University.

@crislopezg