Marchando en defensa de la verdad

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06 November 2018

El sábado 3 de noviembre se realizó una multitudinaria marcha en contra de la nociva ideología de género, la cual está destruyendo la capacidad intelectiva de muchas personas, aboliendo por completo la racionalidad de la vida del ser humano. Años de trabajo y descubrimiento de ciencias como la biología, genética, embriología y muchas más que han contribuido al estudio de nuestra naturaleza humana son desechadas por la ideología de género con sus absurdos planteamientos.

En sus planteamientos vemos imperante apología del error, hablan de nuevas familias, géneros fluidos y una larga lista de preferencias sexuales que no son las correctas y buscan establecerlas en planes de estudio para niños y jóvenes, iniciando con ello un adoctrinamiento y una contradicción anticientífica.

Esto contradice a una verdadera educación y por eso se marchó el sábado 3 de noviembre. Independientemente de si las personas eran creyentes en Dios o no, esta marcha fue para que impere la verdad, para que no se engañe a las nuevas generaciones con ideologías totalmente erradas.

Como decía el filósofo español Ortega y Gasset, “la vida sin verdad no es vivible. El ser humano urge incondicionalmente de verdad, no nos conformamos con el error y la mentira”. Tristemente en otros países muchos hombres de ciencia, de leyes, médicos, políticos se han prestado lacayunamente a este pandemónium del engaño de la ideología de género para confundir a las personas. Ya sea por interés económico o político forman parte de este andamiaje creado para suprimir leyes que protegen la vida humana desde la concepción, leyes que acuerpan a los padres para poder educar a los hijos sin intromisión del Estado.

En nuestro país, en plena campaña electoral es indispensable que los candidatos expliquen sobre las políticas que implementarán para proteger y fortalecer a la familia y así evitar muchos problemas que devienen de su abandono como son: éxodos migrantes, familias disfuncionales donde está ausente uno de los progenitores, educación en afectividad de los hijos, etc.

No es aceptable escuchar a algunos políticos decir que hay otros temas más importantes como seguridad, economía… si la vida humana no se respeta desde la concepción como lo establece nuestro artículo 1 de la Constitución, si a la familia no se le otorga un lugar privilegiado en los planes de gobierno, estamos ante candidatos a los que no les interesa el progreso humano de nuestro país. Nuestra era representa un enorme desafío; nuestra inteligencia y capacidad de racionalizar la naturaleza de las cosas está en peligro.

El escritor inglés G.K. Chesterton vaticinó esta catástrofe intelectual hace muchos años al afirmar: “En el siglo XX el ser humano no solamente ha perdido la fe, también ha perdido la razón”. Sabias palabras cuando vemos el entorno que nos rodea en el presente, al ser testigos de personas exigiendo legalizar el aborto y los países que lo han permitido ya buscan validar que las madres puedan matar a su hijo al nacer, llamándole aborto después del parto, como lo acaba de proponer en Australia un grupo de seudocientíficos.

Triste ver cómo los llamados países de Primer Mundo en tecnología, economía y otras áreas, están convirtiéndose en lugares de exterminio para la vida más inerme, es preocupante como estas culturas se esfuerzan por cuidar la naturaleza y razas de animales y paradójicamente buscan innovar los métodos y procedimientos para eliminar vidas humanas. Urgen líderes políticos que hagan frente a la cultura de la muerte, emular a estadistas como Sebastián Kurz, de Austria, y Viktor Orban, de Hungría, ambos ministros de sus países y quienes dijeron rotundamente no a la implantación de la ideología de género.

Analista político y escritor