Solo las personas a las que les interesa nuestra división como salvadoreños continúan insistiendo en ella. Le sacan raja política. Obtienen réditos de la división, polarización y odio entre hermanos. Son mercaderes de la pobreza, franquiciatarios de la inmigración ilegal, padres biológicos del dolor de todo un pueblo. Ellos se amanceban con ideas fracasadas, para posteriormente parir nostalgias y cosechar lágrimas.
Ellos creen que, si nos unimos como pueblo, quedarían desempleados; por eso hacen sus mejores esfuerzos por mantenernos separados. Envenenan nuestras almas y nuestras mentes, desde sus púlpitos, cátedras y programas de radio y televisión. Y como eso ya no les basta, entran a las entendederas de nuestros hijos, hipnotizándolos desde las pantallas de sus teléfonos inteligentes.
En vez de predicarnos la buena nueva, nos enseñaron a odiar al rico, al otro, al socialista, al diferente. Predicantes de un Dios con un corazón patojo, que prefiere a unos hijos por su condición económica y no por ser simplemente eso: su criatura. Un Dios contador que te ama de forma inversamente proporcional al saldo de tu tarjeta de crédito. Profetas de un Dios mezquino que comparte muchos de sus odios y sus prejuicios, pero muy poco de sus virtudes.
En vez de la tolerancia propia de aquellos quienes han estudiado, ellos aprendieron en las aulas a rechazar “a priori” el argumento del contrario; no por el contenido de sus postulados o por lo bueno o malo de sus ideas, sino porque era su enemigo ideológico. Estudiantes anémicos de raciocinio y escleróticos de ideas. Incapaces de abrir la mente y pensar si el argumento contrario tiene o no razón. Alumnos de maestros que enseñan a leer, pero no a comprender lo leído. Simples vasos comunicantes de odios y prejuicios.
Los que nos dividen tienen la cabeza al revés. Ven solo lo que quieren ver. Su vista no está en el futuro, está en el pasado. Añorando décadas en donde matar al enemigo, era un deporte socialmente aceptado. Incapaces de olvidar, con corazones mezquinos, en los cuales la palabra “perdón y reconciliación” no pasan de ser un slogan que se utiliza únicamente cuando las circunstancias lo demandan.
No pueden entender que la verdad es que no somos enemigos. ¿Qué pensamos distinto? Sí. ¿Qué es lícito que los ciudadanos tengan diferentes preferencias ideológicas, políticas, religiosas o sexuales? Sí. Pero a ellos les cuesta entender que nuestras diferencias, a pesar de ser reales, nunca, jamás de los jamases, nos hace enemigos. Aún en un país que parece tan poco civilizado como El Salvador, hemos evolucionado para crear un clima en el que se puede opinar sin temor a ser sacado de su casa por la noche por las fuerzas de seguridad. A estas alturas, hemos crecido como nación para que ningún salvadoreño tenga necesidad de ver a un hermano, como el “enemigo a quien matar” Ya no. En el peor de los casos, y reitero, en el peor de los casos, el “otro” no es más que un adversario temporal al que vencer en una legítima, legal y civilizada contienda.
Ellos no entienden que, si tenemos enemigos, estos no son personas. Los enemigos de todo El Salvador están claramente identificados: el hambre, la exclusión, el crimen, la pobreza, la falta de educación, el desempleo, la corrupción. Contra ellos sí se vale despotricar. Contra ellos sí se vale usar todas nuestras entendederas y capacidades. A ellos, a esos enemigos, sí se vale estigmatizar. Ellos, nuestros enemigos reales, son los únicos que todos nosotros nos debemos unir para vencer.
Señores del FMLN, ARENA y GANA, ya dejen de acusaciones infantiles entre ustedes. Todos los partidos tienen un pasado relacionado con guerra, corrupción y sangre, ¿es mucho pedirle ahora que veamos el futuro? ¿Es mucho pedir qué ya no queremos que nos ofrezcan más polarización, odio y división? Los salvadoreños queremos que sus mensajes sean de unidad contra nuestros enemigos reales; de esa forma, el salvadoreño tendrá la confianza de que quien gane, actuará en la dirección correcta.
Espero que ese Dios bueno que todos tenemos como Padre, sea el que permita que, en el futuro, nuestro querido El Salvador tenga ese gobernante que nos una a todos y nos haga derrotar a nuestros enemigos. Amén.
Abogado, máster en Leyes
@MaxMojica