Mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, elevaba su retórica antiinmigración antes de las elecciones legislativas del martes, los exhaustos centroamericanos que avanzan a pie por el sur del México con la esperanza de llegar a suelo estadounidense dijeron estar en su mayoría perplejos y molestos por unas amenazas que consideraron exageradas.
Trump pasó los últimos días de la campaña hablando de inmigración en un intento de movilizar a los votantes republicanos, y su objetivo favorito fue la caravana de casi 4,000 personas que sigue a alrededor de 1,290 kilómetros del paso fronterizo más cercano. Otros tres grupos más pequeños avanzan por detrás.
El mandatario declaró recientemente que planeaba firmar una orden para detener a los migrantes que crucen la frontera sur y prohibir que quien sea descubierto ingresando de forma ilegal pueda solicitar asilo. Ambas proposiciones plantean dudas legales. Trump afirmó, además, que dijo a los soldados movilizados en la frontera suroeste que si se enfrentan a migrantes que les lanzan piedras, deberían reaccionar como si éstas fueran "rifles".
Tifany Morandis, de 19 años, viajaba con su esposo Javier Sánchez, de 28, y sus dos hijos, í?ngel de 7 años y César, de 9 meses. Con la nariz y la cara quemadas por el sol después de muchos días en la carretera, dijo que estaba cansada y consideraba detenerse en la ciudad fronteriza mexicana de Tijuana.
"Donald Trump tiene muy complicado todo en la frontera y para estar peleando con él, mejor nos quedamos en Tijuana", señaló.
Pero muchos tienen esperanza. "Hasta las piedras se ablandan"?, declaró Cuellos.