Generación Wikipedia

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02 November 2018

Uno de los efectos que provoca la superabundancia de información es que, si bien los problemas siguen siendo muy complejos, hay quienes piensan que las soluciones a los mismos están a la distancia de un click: en la consulta de unas cuantas páginas web, en el intercambio de tuits con cualquiera, o en las propuestas de “youtubers” e “influencers”.

Y como eso no sucede, como los problemas son tercos y no solo no se resuelven, sino que tienden a complicarse, hay también quienes caen fácilmente en teorías de conspiración y descalificación de los responsables de encontrar soluciones (generalmente políticos e instituciones).

Es una situación que explica, también, por qué políticos toscos como Trump, Bolsonaro, López Obrador, por citar algunos, se aprovechan; y por qué en campaña proponen soluciones simples a problemas sumamente complicados: inmigración, levantar la economía de un país, protección de las minorías, etc.

Utilizan un razonamiento directo: a votantes incapaces de procesar problemas de múltiples variables, hay que presentar soluciones de una sola vía. Después, no importa que quienes sí comprenden la complejidad de las situaciones los critiquen, pues confían que sus electores (los de la solución única) son incapaces de entender ni siquiera las objeciones que sus detractores presentan a las soluciones propuestas.

Así lo hizo Trump con respecto al tema migratorio, por ejemplo, o Bolsonaro en relación con temas de moral pública… En ambos casos quienes comprendían que las cosas no son tan sencillas como construir un muro, o desacreditar con ironías a quienes piensan diferente, criticaron —y mucho— las posiciones de los entonces candidatos. Pero no lograron que la gente no votara por ellos.

Una de las objeciones más frecuentes contra la democracia es precisamente esta: que el voto de una persona pensante, reflexiva, vale lo mismo que el de otra ideologizada, reactiva o movida por emociones más que por el interés de mejorar el país. Algo de eso refleja el amargo chascarrillo de Facundo Cabral, aquel que decía que tuvo un abuelo coronel y que en cierta ocasión le decía a su esposa: —en esta vida no le he tenido nunca miedo a nada, con excepción de los idiotas… y cuando su mujer le preguntaba por qué, le respondía: —porque son demasiados (…) y al ser mayoría, eligen hasta al presidente.

Si se trata de democracias tercermundistas, la enorme multitud de personas engañadas por soluciones simples a problemas complejos (que alguien ha llamado generación Wikipedia) facilita que ganen políticos ignorantes. En cambio, en democracias de largo recorrido, son precisamente los políticos más sagaces y menos ignorantes los que se aprovechan de esta circunstancia, y proponen soluciones tontas, no porque las vayan a poner en práctica, sino porque les cosechan votos.

Así, los electores de Trump y los de algunos políticos nacionales tendrían en común la simpleza de razonamiento. Pero no nos engañemos: esto no equipara a los personajes, pues lo que hace grande a un político no es el modo como llega al poder, sino lo que luego hace con él.

Treinta años de historia reciente en este país dan testimonio de que los incapaces no se vuelven capaces cuando se les coloca la banda presidencial, ni los honestos se vuelven corruptos cuando prestan juramento, al tomar posesión de la presidencia.

La disponibilidad inmediata e indiscriminada de información no ha producido, como se podría pensar, un crecimiento general de cultura y de capacidad crítica; sino, al contrario: por una parte ha favorecido el conformismo y la pereza mental; mientras que por otra ha puesto de moda un fenómeno que hace que cuanto menos se conozca de un tema, más se sobrevaloren los conocimientos que se creen tener, pues se es incapaz de saber lo que en realidad no se sabe, ni la complejidad de la materia en cuestión.

Ingeniero

@carlosmayorare