Más y más los casi centenares de millones de turistas que se mueven por el mundo están causando daños a los países y ciudades que visitan, lo que obliga a las autoridades locales y regionales a tomar medidas para proteger monumentos, vías, playas y bosques.
La última alarma la han divulgado los gobernadores de Cerdeña: los veraneantes se roban la arena de sus playas por tener un color dorado único, lo que obliga a revisar equipajes y mochilas al dejar la isla y a multar a quienes no cumplan con lo dispuesto.
Hace años se podía visitar el Partenón de Atenas —a juicio nuestro, la más extraordinaria maravilla del mundo, antiguo y actual—, recorrer su interior y, como recuerdo, llevarse una piedrecita de mármol del suelo.
Pero una piedrecita multiplicada por un millón son varias toneladas de piedrecitas...
Y hablando de las Siete Maravillas del Mundo, los brasileños se desbordan en su sentido de humor e irreverencia al creer que el Cristo del Corcovado, un monumento hermoso, “es la más grande maravilla de todas las épocas”, lo que para muchos expertos, no es, como tampoco lo es la Torre Eiffel o el Arco del Triunfo de París o el Coliseo de Roma aunque se cuenten entre lo más admirable en la Tierra.
El Taj Mahal se acerca mucho, los budas del sur de la India, el Fuerte Rojo de Nueva Delhi, la bahía de Sidney con su Ópera, la Ópera de París de Gardnier, las grandes catedrales francesas y alemanas... dichosas las criaturas de este siglo de estar rodeadas de maravillas que nos legaron pasadas generaciones.
La buena noticia en esto es que gracias a vídeos y las realidades virtuales, uno puede ver mucho del gran mundo desde el sillón de la casa, de la misma forma como se puede ver y oír un gran concierto de piano, un festival wagneriano con todo y la marcha de las Walkirias (que llevaban los cuerpos de guerreros caídos en combate al Walhala) o un campeonato de fútbol, aunque como decía Husserl, “estar allí” tiene una dimensión absolutamente única.
¿Qué dejaremos para el
futuro los de esta época?
Si Disneylandia tiene su encanto y recrea para niños y adultos con algo de niños en el corazón, muchas leyendas, hasta un castillo encantado hecho de cartón y plástico que recuerda los castillos de Luis el Loco de Baviera (Neuschwanstein), castillos edificados en piedra para resistir el paso de los milenios, en Epcot Center los teatros hacen que viajemos por el mundo. Y entre esos viajes está un recorrido de ciudades y paisajes de China que “dejan sin aliento”.
Los más bellos, y aquí es válido lo de bello, de belleza, centros urbanos del mundo, sin alguna duda, son los de Italia: habiendo sido un país dividido en principados y ducados además de las ciudades que pertenecían al papado como Perugia y Orvieto, cada una de ellas tiene una fisonomía propia, cada una maravillosa, desde las grandes como Venecia, Florencia, Roma y Nápoles, hasta Ferrara, Urbino, Barletta Alberobello...
Pero, ¿dónde dejar Kyoto, Nara, Nikko y el modernísimo Hong Kong o Nueva Orleáns? Nos toca a las generaciones de estos tiempos edificar lo que serán las maravillas del futuro como hoy son París, Chartres, Brujas, Amberes y Buenos Aires, el centro colonial de Bahía, Chandigarh de Le Corvoussier...