Legalizar la marihuana “recreativa”, un camino a la perdición

Se cuenta que dos expresidentes aspiraban a pasarse la banda uno al otro cada cinco años hasta donde aguantara el cuerpo, a pesar de que llevaban sobre sus hombros futuros procesos por saqueo de hasta 700 millones de dólares de las arcas del Estado.

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30 October 2018

Largas filas de canadienses se formaron en muchas ciudades de ese país para ser los primeros en ideotizarse con marihuana, cuando se legalizó su venta para usos recreativos.

Y nada más recreativo que emborracharse, fumar marihuana, esnifar coca... las personas pierden sus complejos, olvidan sus penas, superan sus fealdades, se transforman por unas horas en extraterrestres que tocan las estrellas... lo que genera un problema para los agentes policiales en algunos países del Quinto Mundo, que para justificar una captura remiten al culpable o inocente con un ramillete de marihuana... pero, señor agente, ¿no ha leído usted que no tiene nada de malo llevar marihuana? ¿O plantarla en el arriate de la casa?

¡Quien no conoce los hechos relacionados con cualquier asunto está condenado a repetir los mismos errores!

Uno es que en Montana, Washington y Colorado, tres estados que legalizaron la venta de marihuana para “usos recreativos”, los accidentes automovilísticos se han incrementado cuando individuos bajo la influencia de la yerba conducen vehículos, pese a las prohibiciones aplicables a toda clase de droga, sea marihuana o alcohol o de lo que se trate.

Lo segundo es que los consumidores de marihuana con frecuencia hacen la transición a otras drogas, al camino de la perdición, de su propia ruina.

En su obra Brave New World, Aldous Huxley pinta una imaginaria sociedad del futuro donde las regulaciones han llegado a su límite imaginable, una especie de ideal comunista.

En esa sociedad los hombres se dividen en jerarquías, desde los “alfa” que son el equivalente de la clase dominante, superior, los que piensan y dirigen el resto del rebaño, hasta los “ypsilones”, sobre cuyos hombros caen las más repetitivas tareas. Y para que estén tranquilos y contentos, la sociedad, o la colmena si se quiere, les reparte diariamente una droga...

Un día el suministro de la tal droga falla, los ypsilones se rebelan, la colmena reacciona y les reparten la droga... “y nada más pasó”.

Una especie de alucinante

“pan y circo” en nuestros días

Esa droga es una variante del “pan y circo”, frase acuñada por el poeta romano Juvenal, artilugio que se repite hasta nuestros días.

Nunca hubo tanto “circo” como hoy en día. Para los antiguos, y pensamos primordialmente en griegos y romanos, el ágora, especies de gigantescos bazares donde se desarrollaba la vida social de los pueblos, ofrecía la distracción cotidiana. Los ciudadanos y no ciudadanos, desde libertos, esclavos y forasteros, hablaban entre sí, intercambiaban noticias y opiniones, nutrían la mente con los filósofos. Y a esto se suman los baños públicos en tiempos de los romanos, donde se hacían negocios, se socializaba, se recibían masajes.

Lo primero que hicieron los tatas curas de aquellos tiempos una vez que el cristianismo sentó sus reales fue destruir los baños por considerarlos pecaminosos, un acto criminal que explica como hasta el día de hoy tanta gente no se baña entre los sucesores del cristianismo, castigando las narices de los que sí se bañan, o se bañan cuando Anda suministra agua y deja de usar el dinero para otras cosas.

Durante mil trescientos años los tatas curas consideraron pecaminoso bañarse pero no era para ellos pecaminoso quemar vivos a sus opositores y sus críticos...

Los hombres deben usar con buen criterio la riqueza humana y cultural de nuestros días.