Compartir el razonamiento de un voto es complicado. La política es un tema sensible, especialmente en un país tan polarizado y con tantas heridas abiertas como el nuestro. La preferencia política genera estigmas y alimenta percepciones que, a veces, surgen de prejuicios y no de razonamientos calculados. Es un gran privilegio para nosotros, como ciudadanos de un país democrático, poder votar libremente y en secreto. Sin embargo, creo que hay momentos en los cuales es válido rescindir de esa última prerrogativa, el secreto. Hoy, en esta columna, he decidido hacerlo.
Vengo de una familia de derecha, así me eduqué. Por mucho tiempo basé mis preferencias políticas en lo que escuchaba y percibía en mi entorno. Sin embargo, luego de involucrarme brevemente en política como directora de relaciones internacionales de la Juventud Republicana Nacionalista (JRN) y de estar “más pendiente” de la coyuntura política, me sentí sumamente decepcionada de ARENA, el partido por el que había votado desde que tuve las facultades legales para hacerlo.
Me frustró saber que ese partido, en el que confié, pagó parte de sus campañas con dinero que suponía ir a las arcas del Estado. Me frustró aún más entender que las voces retrógradas e intolerantes de Ricardo Velásquez Parker y Eduardo Barrientos pesaran más dentro del partido que las voces empáticas, transparentes y visionarias de Johnny Wright y Juan Valiente. A la hora de decidir por quién votar en 2019 tomé en cuenta todo esto y más. Al hacer un análisis de los cuatro candidatos y de sus propuestas me sentí, de nuevo, defraudada.
Vi en Carlos Calleja a un candidato demasiado cercano a las élites económicas de nuestro país, lo cual me generó dudas sobre sus intenciones. ¿Quiere gobernar para los grandes empresarios, como su padre, o para los salvadoreños más vulnerables? Me decepcionó su eslogan de campaña “trabajo para todos”, porque ni los países más desarrollados del mundo tienen un índice de desempleo de cero. Vi en Nayib Bukele a un político visionario, pero con un entorno oscuro y una preferencia hacia los ataques, por encima de las propuestas. También vi en Bukele a un político que dejó dos alcaldías en una situación financiera deplorable. Me pregunté: si no supo manejar las finanzas de Nuevo Cuscatlán ni las de San Salvador, ¿cómo podrá manejar, o mejor dicho sanear, las de El Salvador?
En Hugo Martínez y Josué Alvarado vi a dos candidatos preparados y con buenas intenciones, pero con muy pocas posibilidades de hacer un cambio real, que es justamente lo que nuestro país necesita.
La decisión ha sido difícil, pero en las últimas semanas he visto un giro en una de las cuatro fórmulas que me ha cautivado. La fórmula de ARENA, aparte de todos sus pecados de los cuales soy plenamente consciente, ha hecho un esfuerzo real por generar propuestas en sintonía con los retos que presenta la economía globalizada en la que vivimos. Los “Distritos Tech” que buscan dinamizar la industria tecnológica en nuestro país y el “Go Digital” que pretende facilitar los trámites necesarios para emprender son propuestas básicas para construir el país que queremos, pero que nadie más las está haciendo.
Me convenció, finalmente, un video de Carmen Aída Lazo, la candidata a la vicepresidencia, en el cual era cuestionada por un universitario sobre los pecados a los que me refería al inicio. “Devuelva lo robado”, le dijo el estudiante. Lazo, empoderada como nunca la había visto, halagó la pasión del estudiante y procedió a explicarle que sus intenciones no eran mentir ni disculpar a ARENA por su pasado. Hizo hincapié en la importancia de tomar acción: “Cuando a uno se le presentan espacios, uno se los toma… yo no he venido aquí para ocultar los errores del pasado, yo no he venido a justificar… he venido hablar del futuro”. Respeto a Carmen Aída porque es fácil criticar, pero no es fácil exponerse al escrutinio público que una candidatura de este calibre exige.
Mi decisión de votar por ARENA en 2019 no tiene nada que ver con mi pasado, ni con el de ellos, sino con mi deseo de ver arrancar a un país innovador y visionario. Creo que está formula es la única que tiene las llaves para hacerlo.
Salvadoreña radicada en Washington D.C.,
experta en Digital Marketing