El pasado 10 de octubre fue el Día Mundial de la Salud Mental, el cual se celebra año con año desde 1992 en diferentes países, gracias a la proclamación que hiciera en ese año la Federación Mundial de la Salud Mental.
Aprovecho para exhortar a los colegas comprometidos con esta valiosa labor a continuar trabajando desde nuestros ámbitos de ejercicio profesional, para velar por la salud mental del ser humano y por la propia, que como lo he manifestado antes, no es tarea fácil, pero habrá que unificar esfuerzos, solidarizarnos más como gremio para ver que más se puede hacer por nuestra gente, especialmente la niñez y juventud de nuestro país.
La población adulta tenemos el gran compromiso de trabajar en el día a día por cuidar de nuestra salud mental, ya que, si bien es cierto, los niños y jóvenes serán el futuro, hoy por hoy, somos nosotros los que luchamos en el día a día por ellos y para ellos, por lo que debemos brindar y desarrollar las buenas bases, cimentar los buenos ejemplos, una escala de valores fortalecida que les permita ser su escudo de protección y batalla.
Se observa cómo mucha gente hace caer al o los demás, con la esperanza quizá no se puedan volver a levantar. Hay mucho resentimiento social, indignación, egoísmo, frustraciones, etc. Pudiera mencionar más, pero no es necesario y no descarto los múltiples factores que pueden ocasionar que esto suceda, y es entendible, pero ¿qué se hace para subsistir? Hay que aprender a vivir y si es posible, enseñarle al más débil a hacerlo, es parte de la salud mental, ya que no podemos ser egoístas y buscar solo beneficiarnos, como el azadón en la tierra.
Lo ideal es que cada persona tenga un especialista en salud mental que le llevara su proceso psicoterapéutico o lo orientara para conducirse de una mejor manera por la vida, pero no es así. Creería que hay muchas personas que ni aun teniendo algún tipo de problema mental, cuentan con esa ayuda profesional, ya sea por falta de interés en atenderse, por razones económicas o simplemente no sabe o acepta que la necesita.
Pero cada persona, de una forma sencilla, a diario puede autocuidar su salud mental, por ejemplo, trabajando con sus niveles de tolerancia, prudencia, no siendo generadores de conflicto, no siendo agresores con los demás, ya que no solo se agrede físicamente, se agrede verbalmente, psicológicamente, cuando de forma impulsiva, malhumorada o intencionada, ante la falta de autocontrol, violenta a los demás.
La violencia es un fenómeno que vive nuestro país y muchos países del mundo y lejos de erradicarse o minimizarse, el índice de resultados se incrementa, pero ya sabrán las instancias correspondientes y el Estado mismo cómo buscar alternativas para enfrentar esta situación caótica del país. Esperaría que así fuera.
Pero usted, amigo lector, sí puede hacer algo por usted mismo, para no entrar en el círculo vicioso de la violencia, de la intolerancia, de las malas intenciones. Si cada persona fuese consciente de la importancia y el valor que tiene su proceder en la vida, cuál es la verdadera esencia del ser humano, todo sería diferente independientemente de enfrentarnos a un mundo cambiante. No hay que ser multiplicadores de malas conductas, ya que no solo su cuerpo se enferma, también su mente, y en muchas ocasiones no nos damos cuenta de que nosotros mismos nos encargamos de hacerlo innecesariamente, mejore su calidad de vida y la de los que le rodean. Ya bastante se tiene con los factores externos que se encargan de dañarla o atentar contra ella.
Corrijámonos y exijámonos más a nosotros mismos, para enseñar mejor a nuestros hijos. En diferentes ámbitos en donde nos desenvolvemos podemos hacer la diferencia, haciendo el bien a los demás, teniendo una mística de trabajo, comprometidos a ser buenos padres, profesionales éticos en lo que cada quien hace, orientadores, ciudadanos, y con ello sacar al país adelante y no siempre ser señalados por entidades externas, por lo malo que hacemos, o lo que se deja de hacer para mejorar.
El Estado asumirá el nivel de responsabilidad que le toca ante lo que en nuestro país acontece, pero nosotros, como personas individuales, abramos nuestros sentidos y seamos artífices para mejorarlo. No perdamos la perspectiva, que cada ser humano es responsable de sus actos, por los cuales en muchas ocasiones arrastramos a otros, para bien o para mal.
Licenciada en Psicología y
Máster en Diseños y aplicaciones
en Psicología y Salud