Algunos de los 2.300 niños que se estima viajan en una caravana de migrantes por el sur de México están enfermos o sufren deshidratación, dijo UNICEF el viernes.
La agencia de Naciones Unidas para la Infancia pidió que los menores reciban protección y acceso a la sanidad, a agua potable y a otros servicios básicos. Además, dijo que está trabajando con las autoridades mexicanas para proporcionar agua potable y productos de higiene.
UNICEF advirtió que el largo y complicado viaje hasta la frontera con Estados Unidos deja a los niños “expuestos a las inclemencias del tiempo, que incluyen temperaturas peligrosamente altas, con acceso limitado a un alojamiento adecuado”.
Aunque muchos de los migrantes huyen de la violencia y la pobreza en sus países de origen, “el viaje el largo, incierto y lleno de peligros, incluyendo el riesgo de explotación, violencia y abusos”, apuntó la agencia.
Más de 2000 niños viajan en la #caravanamigrante y necesitan protección, dice @UNICEFenEspanol. ACNUR recuerda que quienes lleguen a Estados Unidos tienen derecho a pedir asilo.
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— Noticias ONU (@NoticiasONU) 26 de octubre de 2018
Una mujer con una deshidratación severa descansaba conectada a una vía sentada en una silla de plástico junto al kiosco. Cerca, enfermeros voluntarios tomaban la temperatura y trataban toses, entregando medicamentos donados a los migrantes que esperaban en fila.
Dos semanas caminando han hecho mella en la caravana de migrantes, que se estima que ahora está compuesta por más de 4.000 personas y marcha lentamente a través de Chiapas, el estado más al sur de México, lejos todavía de su objetivo: llegar a Estados Unidos.
Sin embargo, los migrantes planeaban la que será su jornada más ambiciosa desde que ingresaron a territorio mexicano. Fijaron su objetivo para el viernes en llegar a Arriaga, a unos 100 kilómetros (62 millas) de distancia.
La plaza principal de Pijijiapan se transformó rápidamente en un improvisado centro médico con la llegada de miles de centroamericanos a esta ciudad del sur de México.
Una mujer con una deshidratación severa descansaba conectada a una vía sentada en una silla de plástico junto al kiosco. Cerca, enfermeros voluntarios tomaban la temperatura y trataban toses, entregando medicamentos donados a los migrantes que esperaban en fila.