Centroamérica sufre éxodos por corrupción y democracias débiles

Con grupos que no dejan la violencia y la imposición para obtener el poder total, más políticos corruptos y sistemas podridos, la población se siente desprotegida y huye.

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24 October 2018

Estados Unidos ha denunciado que el chavismo venezolano, a través de la izquierda hondureña, está financiando la caravana de migrantes que viaja hacia su territorio.

Lo afirmó el vicepresidente estadounidense Mike Pence, quien advirtió que su país hará lo que esté a su alcance para que los migrantes no traspasen la frontera.

Independientemente de las conjeturas que se puedan generar alrededor, lo cierto es que este estado de cosas al parecer más bien termina fortaleciendo internamente la posición del presidente Trump de cara a las elecciones legislativas de noviembre, por su inflexibilidad ante la migración ilegal.

Pero también muestra a los mismos de siempre aprovechándose de la necesidad y el hambre de la gente, además de la incapacidad y corrupción de los sucesivos gobiernos, del signo que fueran, para erradicar las causas de la pobreza y el subdesarrollo en la región.

Porque una cosa es cierta: los centroamericanos huyen, desde hace mucho, de la miseria, del hambre, el desempleo, la corrupción y las pandillas.

Cuando se siembran ventarrones, se cosechan huracanes, como los que están desquiciando la región centroamericana, lo que entre otras consecuencias está causando el éxodo de muchas personas que primordialmente buscan refugio de la violencia, de débiles economías. Y esto, a su vez, puede hacer que los países caigan totalmente en poder de los cárteles de la droga.

¿Cuándo se inicia esta tragedia regional?

Después de las sangrientas guerras en el Istmo y el advenimiento de gobiernos civiles debieron fortalecerse las instituciones democráticas y los planes de desarrollo con compromisos que fueran más allá de las ideologías, pero esto se dejó a la deriva. Se acabaron las guerras, pero no se erradicaron totalmente sus causas, y algunos grupos que las promovieron no estaban actuando con sinceridad cuando firmaron la paz y siguieron fomentando la violencia y la anarquía.

La corrupción volvió a hacer presa de las instituciones, disfrazada de polarización y temas ideológicos, como el “socialismo del Siglo XXI”, como se ha visto en El Salvador y Nicaragua, pero también con autócratas como en Honduras y Guatemala.

Al mismo tiempo, la inseguridad creció por la debilidad de los sistemas judiciales, la proliferación de maras y la toma de comunidades como rehenes de los pandilleros.

Con grupos que no dejan la violencia y la imposición para obtener el poder total, más políticos corruptos y sistemas podridos, la población se siente desprotegida.

Hay fuerzas empeñadas en

mantener postrados a los pueblos

Sin duda, hay fuerzas oscuras empeñadas en que nuestros pueblos sigan postrados en el atraso, la imposición y la impunidad, porque así les resultan más dóciles a los mercaderes de ilusiones y promotores de la violencia.

Entre más inestabilidad y violencia haya, menos inversión podemos esperar y, por ende, menos desarrollo y prosperidad para las familias salvadoreñas. Ese es el círculo vicioso en el que se nos quiere mantener, antes con la violencia de la guerra de guerrillas, luego con inestabilidad política y ahora con la corrupción, represión y la impunidad desde gobiernos populistas. Solo veamos a Nicaragua.

El problema es que el tráfico de drogas, las operaciones de los carteles, la intromisión de unos países en los procesos electorales de otros (lo que la administración Trump acusa a los rusos) impiden que los pueblos aporreados y saqueados puedan librarse de sus verdugos.

Es trágico que a las víctimas de sucesos impuestos por otros se les vea como criminales, cuando huyen precisamente de los verdaderos criminales.