PUESIESQUE… estoy colocando en mi humilde biblioteca la novela corta de Bolaño que recién termino de leer –cuyos libros, como imaginarán, están entre los de Benedetti y los de Borges– y, entonces, sin querer, veo el título de la genial y célebre novela cuyo título inicia con la palabra “cien” y, como si de una luz de reflector se tratara… ¡me acuerdo!
¿De qué? …Pues que la XII legislatura (2018-2021) de la democracia constitucional salvadoreña (sí, los actuales diputados) está cumpliendo 100 días de tener al país ¡en Estado de Sitio!, simple y sencillamente porque en El Salvador no existe, hoy día, jurisdicción constitucional.
Es realmente impresionante lo que capaz de hacer el sectarismo ideológico, la vileza política y la carencia de voluntad constitucional (de otras limitantes, ni me pronuncio), al extremo que dejan al país sin la indispensable institucionalidad para la protección de los derechos más básicos y fundamentales de las personas.
Por eso, ya que es práctica generalizada evaluar los primeros 100 días del ejercicio del poder por un político, hoy toca, ante la desidia de la actual Asamblea Legislativa, preguntarse: ¿estamos ante la peor legislatura de la corta historia de la incipiente democracia constitucional salvadoreña?
Reflexionemos un poco: ¿cuál es la tarea más relevante que debe afrontar la legislatura 2018-2021?
Es evidente que lo más trascendente que debe hacer esta legislatura es elegir cuatro magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, ya que se trata de seleccionar –sobre la base de un método objetivo, considerando los méritos de los candidatos y mediante deliberación pública–, a los magistrados que tendrán, durante los próximos nueve años, la última palabra en materia constitucional.
Y esa tarea no ha sido cumplida por la actual legislatura, ¡ni tampoco se visualiza que se cumpla en el corto plazo!, así que, ¿cómo vale calificar a una institución o a unos servidores públicos que no han cumplido con su mayor deber?
Y, quizá más grave, es que no se advierte que la elección de magistrados se lleve a cabo mediante un método democrático, sino que asemeja que, en todo caso, de suscitarse aquella, acontecerá con motivo de censurables negociaciones y en atención a componendas partidarias e intereses particulares.
Es impresionante que a más de 30 años de la vigencia de la Constitución y a más 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz, la mayoría de nuestra clase política sigue anclada en prácticas del inicios de siglo XX: en efecto, es decepcionante como los diputados, para elegir a los magistrados, en lugar de tomar en cuenta el mérito académico y el talento jurídico, se enredan en un laberíntico e inútil procedimiento de lanzar nombres como señuelos (así lo admitió un diputado), insistir en el reparto partidario de la institución (así lo admitió otro diputado) y, sin que sirva para nada, en un impresentable intercambio de listas de candidatos.
Queda claro que estos 100 días han sido únicamente un show de humos, para llegar donde algunos querían: a un condenable “combo legislativo”, para negociar en “paquete” a magistrados, Fiscal General y presupuesto estatal.
Lo que impresiona es la ceguera de algunos líderes políticos, al no advertir que la ausencia de jurisdicción constitucional solo beneficia a quienes buscan la crisis que les permita llegar al poder. Y por eso todavía NOSEACABUCHE esta crisis.
P.D.: No dedicaré ninguna música de aniversario a estos 100 días. Es que tocaría llevar un concierto de heavy metal a la próxima sesión de la Comisión Política... hasta que los diputados elijan bien.
Abogado constitucionalista