El Juzgado Especializado de Sentencia B de San Salvador declaró culpable del delito de extorsión a Raúl Mijango, condenándolo a una pena de 13 años. Mijango fue uno de los personajes reclutados por funcionarios el gobierno de Mauricio Funes para encubrir la negociación con cabecillas pandilleros. Además, una Cámara ordenó que el juicio de “la tregua”, del que salió librado, se repita. Es necesario recordar el papel que jugó Mijango durante el gobierno de Funes para interpretar la relevancia que sus problemas judiciales tienen para las elecciones.
A principios de 2012, las estructuras de mando de las pandillas que operan en el país fueron trasladadas del centro penal de mayor seguridad en Zacatecoluca a presidios menos estrictos. Los medios de comunicación denunciaron que esto estaba relacionado a un pacto entre el gobierno y las pandillas, con el que se pretendía bajar artificialmente las estadísticas de homicidio. Las denuncias obligaron a que el oficialismo creara una versión alterna para desvirtuar las denuncias de los medios y, al mismo tiempo, explicar el traslado masivo de cabecillas pandilleros.
Antes de llegar a la versión en la que figuró Mijango, las autoridades probaron varias. Dijeron, por ejemplo, que sospechaban que habría un ataque con lanzacohetes para liberar a los jefes pandilleros. Aseguraron también que los trasladados padecían de enfermedades terminales y que su reubicación era humanitaria. Otra versión argumentó que los cabecillas trasladados ya habían permanecido en Zacatecoluca la máxima cantidad de tiempo permitido por la ley.
Después de intentar infructuosamente vender diferentes versiones, la que resultó menos fantasiosa y, por lo tanto, más potable, fue en la que figuró Mijango y que ayudó a vender monseñor Fabio Colindres, Obispo Castrense y Policial. Hubo un momento en que incluso se trató de vender que los pandilleros habían experimentado una milagrosa conversión masiva, pero pronto se abandonó. Mijango acompañó a Colindres y reclutó a varios de sus conocidos del tiempo de la guerra para refinar la historia y ejecutar la negociación. Así se fabricó la versión conocida como “la tregua”. Colindres y Mijango se convirtieron en las figuras más visibles vinculadas a esa realidad ficticia, encargados de montar lo que fuese necesario para convencer a la ciudadanía que era cierta y desvirtuar los señalamientos de la negociación, hechos por los medios.
Advertí, en su momento, que este tipo de negociación no dura mucho y los delitos cometidos por las personas involucradas, con el tiempo, salen a la luz. Cuando se dieron las primeras señales de que el pacto estaba en problemas, advertí que los funcionarios de mayor jerarquía sacrificarían a los de abajo y que las pulgas se les pegarían a los más flacos. Reiteré mi advertencia cuando la Fiscalía judicializó el caso y el principal arquitecto envió a su abogado a cuidar que no lo embadurnaran los detenidos. En los tribunales ha quedado establecido que el pacto se tradujo en un acuerdo electoral entre el oficialismo y las pandillas. Así las pandillas se convirtieron en una herramienta electoral codiciada por malos políticos de todos los colores. Pactar con cabecillas pandilleros se convirtió en algo aceptable entre políticos.
Sin embargo, ahora que la Cámara ordenó que se repita el juicio de “la tregua” y que Mijango fue condenado por ayudar a pandilleros a extorsionar, se ha sentado un importante precedente con efecto disuasivo. Los malos políticos que estén contemplando buscar pactos con cabecillas pandilleros, lo pensarán dos veces. Antes de actuar, deben de tener en cuenta que estos casos probablemente no serán los únicos en los que personajes vinculados a “la tregua” desfilen en los tribunales. Fraguar oscuros pactos electorales con las pandillas puede llevar a quienes participen a una situación similar a los involucrados en “la tregua”.
Criminólogo
@_carlos_ponce