La confirmación de Brett Kavanaugh, acusado de abusos sexuales, como nuevo juez del Tribunal Supremo estadounidense, inclina la balanza hacia el conservadurismo de la máxima corte del país, formada ahora por cinco magistrados elegidos por presidentes republicanos y cuatro por demócratas.
El juez nacido en Washington arriba al Supremo para sustituir al jubilado Anthony Kennedy, un magistrado de corte conservador pero que se destacó a lo largo de su trayectoria por ser un “voto indefinido” (“swing vote”), que en repetidas ocasiones fue clave en casos de la alta instancia.
Sin embargo, Kavanaugh tiene un acentuado perfil político que hace temer que lleve el partidismo a la corte, una situación que preocupa en los sectores liberales del país.
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“Me siento frustrado de que el progreso de nuestra nación hacia los derechos de las mujeres, los derechos civiles y la igualdad LGTBQ pueda verse estancado por un juez preparado por los grupos de interés de extrema derecha”, señaló en un comunicado el senador demócrata Bob Menéndez.
Además, el senador por Nueva Jersey se mostró intranquilo de que Kavanaugh sea el voto decisivo en los casos que lleguen a la máxima corte del país. “Me estremece la idea de que el juez Brett Kavanaugh sea el voto decisivo en los casos del Tribunal Supremo que, por ejemplo, determinarán si el presidente está por encima de la ley”, lamentó Menéndez.
Cuando se inició su proceso de confirmación, una de las sombras que pesaban sobre Kavanaugh estaba relacionada con su punto de vista sobre el poder presidencial, ante la posibilidad de que el presidente estadounidense, Donald Trump, se viera afectado por las investigaciones en torno a él y su campaña electoral de 2016.
Precisamente, algunos medios estadounidenses prevén que la primera gran decisión que tendrá que tomar el nuevo juez del Supremo estará relacionada con los límites del poder presidencial.
De acuerdo al periódico Político, el primer voto de Kavanaugh como miembro del Supremo “podría producirse tan pronto como el martes o el miércoles en una solicitud de la Administración Trump para evaluar cuánto poder deberían tener los tribunales sobre los funcionarios del poder ejecutivo”.
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La experiencia de Kavanaugh, siempre próximo a los círculos de poder de Washington, le ha convertido en un magistrado vinculado a las más altas esferas de las filas republicanas, especialmente durante su tramo dentro de la Casa Blanca del expresidente George W. Bush (2001-2009) entre 2001 y 2006.
Varios senadores republicanos defendieron ayer a Kavanaugh, tras la reñida votación del sábado en el Senado. El líder de la mayoría republicana en la cámara, Mitch McConell, criticó la “campaña demócrata” para desestabilizar a Kavanaugh, que ha sido acusado en las últimas semanas por tres mujeres de abusos sexuales, que presuntamente cometió hace décadas.
El influyente senador Lindsey Graham compartió el enfado con los senadores demócratas.