La actitud positiva fortalece

descripción de la imagen

Por

06 October 2018

En el día a día nos rodean muchos acontecimientos que nos pueden robar la tranquilidad, la felicidad, la paz, el sueño, la alegría, y se responde a ellos de diferente forma: siendo indiferentes, negativos o positivos. A eso le llamaremos “actitud”.

Esa actitud dependerá no solo de la personalidad propia de cada ser humano, sino además del entorno social y cultural que le rodea, el conocimiento que tenga de lo acontecido, la forma en que se percibe y el impacto que produzca en sus emociones.

No siempre nos sentiremos agradados con lo que suceda a nuestro alrededor y muy probablemente habrá situaciones que podamos cambiar o modificar en nuestras vidas, pero habrá otras que no; pero sí, podemos reflexionar sobre la actitud que adoptaremos para afrontar las mismas, tiene mucho que ver con la inteligencia emocional.

Muy frecuentemente el ser humano no responde con una actitud positiva frente a las diferentes situaciones que se le presentan y tiende a responder con agresividad, molestia, tristeza, alegría, enojo o, a la defensiva ante situaciones que le incomodan, que duelen, que enojan, que decepcionan y eso es observable en el diario vivir; por ejemplo: el malestar de los alumnos ante el maestro que puso una mala nota en un examen o trabajo y que les exige mejorar su rendimiento académico; los hijos, cuando sus padres les hacen llamados de atención con el objeto de corregirlos; los padres, por su parte, cuando en su afán de querer hacer bien las cosas, nos equivocamos y somos observados por ellos; hermanos, compañeros de estudio o de trabajo, cuando no gusta la forma de actuar del otro; el jefe cuando no sabe ser un líder y un buen tomador de decisiones; el cliente, cuando requiere un servicio y no recibe una adecuada atención; la noticia de un padecimiento de una enfermedad grave; la opinión que se brinda a través de los medios de comunicación, sobre algún tema social o político, etc. Todo, es generador de actitudes, que pueden ser negativas o positivas.

No se puede hacer nada contra la persona o suceso generador de una actitud en la persona, pero sí es importante aprender a vivir y convivir y demostrar la mejor disposición a recibir y afrontar lo que venga, de la mejor manera posible. Dominar nuestras propias emociones no es fácil, pero se puede aprender. Se debe retomar lo que nos haga crecer, aprender, fortalecernos y desechar lo que no suma, lo que destruye. Hay que trabajar en nuestra salud mental teniendo una actitud positiva y siendo multiplicadores de la misma.

Hay actitudes que dependen mucho de la personalidad de cada ser humano, que podría ser una actitud natural, pero también hay actitudes que se aprenden, en la medida en que se va obteniendo mayor conocimiento de las cosas, motivaciones, hábitos, costumbres, formación, conociendo y reconociendo fortalezas y debilidades, temores, etc., en donde el ser humano lucha y se esfuerza por mejorar cada día. El ser humano puede reflexionar sobre su actuar, reconoce una actitud positiva de una negativa, puede racionalizarla.

Cuando se adopta una actitud negativa frente a una situación que se presenta, la persona altera su parte emotiva y afecta su salud mental, lo cual influye en su desenvolvimiento personal, educativo, laboral, profesional, familiar, según sea el caso; por el contrario, si se adopta una actitud positiva, beneficia su salud mental, su estado emocional es diferente, genera y transmite pensamientos positivos a los demás, refuerza su autoestima; sin embargo, podría decirse que ninguna persona demuestra actitudes solo negativas o solo positivas, dependerá de los factores que incidan para ello.

En la actualidad todavía se trabaja en investigar sobre las actitudes y cómo medirlas en el ser humano.

Licenciada en Psicología y Máster en Diseños y aplicaciones en Psicología y Salud. Colaboradora de El Diario de Hoy.