La balanza oscilante

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05 October 2018

Si lo vemos con ojos latinoamericanos la situación parece surrealista. El escrutinio que los estadounidenses hacen de sus funcionarios o de los que pretenden serlo nos parecería que va más allá de lo racional. Pero así es allá, y algo deberíamos aprender nosotros.

Brett Kavanaugh, un juez conservador con inmejorables antecedentes académicos y quien ha servido en administraciones republicanas, ha sido nominado por el presidente Trump para la Corte Suprema. Es el cargo más honorífico en los Estados Unidos, más que el de presidente, y es para toda la vida. Por su trayectoria y capacidad parecía que nada se iba a interponer para que ocupara el lugar que dejó Anthony Kennedy en junio. De repente aparece Christine Blasey Ford, profesora de Psicología de la Universidad de Palo Alto, y denuncia que, cuando ambos eran compañeros de bachillerato, durante una fiesta, Kavanaugh intentó abusar sexualmente de ella. Dice que la tomó y la tiró a una cama, y que le puso la mano sobre la boca para evitar que gritara. De acuerdo a la señora Ford, el episodio la aterró y “la marcó de por vida”.

El juez Kavanaugh juró ante el Comité Judicial del Senado que tal hecho jamás sucedió, que ni siquiera asistió a esa fiesta. Más de 60 compañeros de escuela firmaron una carta en la que aseguran que siempre fue un buen compañero y una persona decente, incluso ex novias lo describieron como alguien de buena conducta. La señora Ford, por su parte, testificó que no recordaba el lugar ni el año exacto en que eso ocurrió pero que estaba “100 por ciento segura”.

El Comité dio una semana para que el FBI investigara, luego de la cual deliberarían. Para el sábado que salga esta columna probablemente ya se haya tomado una decisión y se sabrá si el juez Kavanaugh fue ratificado o descalificado, con todo lo que ambas posibilidades implican. Mientras esto escribo la balanza aún se mueve. El pueblo estadounidense está dividido. A unos les parece excesivo que se esté juzgando algo que presuntamente ocurrió hace treinta y tantos años, cuando el juez y la acusadora eran adolescentes, para lo que no es posible tener evidencia firme, y de lo que la señora Ford jamás habló. Otros piensan que Kavanaugh debe ser descalificado, pues creen en la sinceridad de la acusadora.

El caso ha levantado debates sobre muchos temas, como la presunción de inocencia, la perspectiva de género, la investigación sobre casos de abuso sexual y la indagación sobre el pasado de los candidatos a puestos públicos. Sin duda lo que resulte dejará precedentes importantes. Algunos temen que este caso tendrá consecuencias negativas pues prevendrá a muchas personas calificadas y decentes de correr por puestos públicos pues se arriesgan a la condena sin juicio, al “asesinato civil”. ¿Hasta qué grado es aceptable indagar sobre una persona? ¿Hay un límite o todo es válido? El abuso sexual es, en cualquiera de sus formas, un crimen grave y detestable, y debe ser duramente castigado. Pero en muchos casos es difícil de probar. Igualmente maligno es acusar o difamar a un inocente, y entre las injusticias es de las peores.

Era inevitable que el proceso pasara de lo judicial a lo político y ha mantenido enfrentados a demócratas y republicanos. Pase lo que pase es innegable que este asunto ha impactado en las percepciones y emociones del pueblo estadounidense, y tendrá fuerte influencia en las elecciones de noviembre.

Médico siquiatra.