PUESIESQUE… estamos celebrando el cumpleaños de una amiga, a quien le encanta la música indie en español, así que en la reunión —lugar alternativo y música en vivo— escucho una canción: “Mil son las causas que sé que puedan explicar/el Estado de Sitio que reina en este lugar/apartado del mundo, de espaldas a la realidad/explícame cómo concilias el sueño/explícame cómo concilias el sueño/Dime si eres capaz de conciliar bien el sueño”.
Le pregunto a la agasajada el nombre de la melodía y, con una luminosa sonrisa, contesta: “Ciudadanía reclamando a los diputados por la no elección de magistrados”.
¡Guau!... como que sí haré en Spotify una lista de “elección de magistrados”.
Y no se equivoca mi amiga: después de más 70 días sin Sala de lo Constitucional, los diputados han logrado lo impensable. Al no existir tribunal que garantice los derechos constitucionales, en franca violación del sistema interamericano de derechos humanos, en transgresión del sistema democrático, republicano y de separación de poderes, en vulneración de la Constitución, El Salvador está, desde hace más de 2 meses, en régimen de excepción, en Estado de Sitio.
Y asemeja que los diputados, los líderes políticos y los candidatos presidenciales no están por superar tan grave omisión, sino que insistirán en oscuras negociaciones y sin debate: solo un partido político ha pedido (veremos si cumple su palabra… perdonen la duda) una deliberación pública, frente a la población y ante los medios de comunicación.
Y es que si tomamos en cuenta varias de las propuestas hechas por algunos partidos políticos, el debate público sobre los candidatos ya no es únicamente una obligación constitucional, sino una exigencia y necesidad de la razón humana: quiero ver y escuchar a un diputado explicando a los ciudadanos que para ser magistrado de la Sala de lo Constitucional, es mejor un secretario judicial o un juez de 1a instancia, que un magistrado de segunda instancia con 20 años de experiencia y trayectoria intachable; que es mejor un candidato sin formación en Derecho Constitucional, que un candidato con un doctorado en esa materia; que es mejor un candidato sin experiencia en Derecho Constitucional que un candidato con 20 años de práctica en dicha área; que es mejor un candidato que nunca ha escrito más allá de sus trabajos estudiantiles, que un candidato con múltiples publicaciones académicas; que es mejor un candidato que en ejercicio de sus funciones en un intrascendente ente estatal apenas genera resoluciones, que un candidato con experiencia en casos complejos y extensa producción de decisiones.
Esas imperdibles manifestaciones equivaldrán a que un diputado nos diga que prefiere que la endodoncia se la practique un ingeniero hidrólogo y no un cirujano dental, porque algo sabrá aquel de “tratamiento de canales”; o que quiere que la cirugía cardíaca (sí … ya sé lo que están pensando… pero los diputados sí tienen corazón) se la practique un ingeniero en telecomunicaciones y no un cirujano cardiovascular, porque algo sabrá aquel de baipás.
Por eso, señores diputados, los ciudadanos continuaremos reclamando una deliberación pública sobre los méritos de los candidatos, queremos que nos expliquen por qué quieren votar por unos candidatos y no por otros y, sobre todo, queremos que nos digan, de frente, por qué no quieren votar por los mejores candidatos.
Porque esto todavía NOSEACABUCHE… nos veremos en las elecciones presidenciales de 2019 y, sobre todo, en las elecciones legislativas de 2021.
P.D.: La cumpleañera sí que es una fuente inagotable de ingenio. Me dice: “¿y ya escuchaste la de Maluma y la Asamblea Legislativa?… Todavía me estoy riendo...
Abogado constitucionalista