Yoani Sánchez conoce en carne propia qué significa vivir bajo un régimen, por ello lamenta que nicaragüenses y venezolanos estén pasando por lo mismo, pero pide a la comunidad internacional hacer más presión contra Daniel Ortega y Nicolás Maduro.
También sabe lo que significa no tener elecciones por décadas en su país, ante lo cual insta a valorar ese poder ciudadano y a que el voto se traduzca en saber elegir a los gobernates para no caer en los espejismos de los populistas. En entrevista con El Diario de Hoy, en el marco de su visita en el país para dar una conferencia sobre libertad de prensa, la escritora y periodista cubana expresa sus opiniones sobre estos temas.
Cuba
Luego de cinco meses de que hubo un cambio de presidente en Cuba (Miguel Díaz-Canel), qué nuevas políticas han tenido en la isla?, ¿Habrá apertura, todo sigue o seguirá igual?
En abril pasado Raúl Castro se retiró de la presidencia del país y colocó en su lugar, porque fue elegido a dedo porque no fue por consenso popular sino por designación, al ingeniero Miguel Díaz-Canel.
Hasta ahora esa sucesión ha sido un cambio de rostro, pero lamentablemente todavía ni en la vida económica del país, ni en la vida política se han implementado políticas que podamos decir: hay un nuevo rumbo o está marcando una diferencia con respecto a su antecesor.
¿Si solo fue un cambio de rostro, qué esperan los cubanos ahora?
Yo creo que las generaciones más jóvenes sienten que el cambio no va a llegar ni desde la Asamblea Nacional ni desde una nueva Constitución, tampoco desde un nuevo presidente. Más bien va a venir un cambio hacia la democracia, hacia la libertad económica y de mercado desde las circunstancias y de las presiones.
La economía del país está en una situación bastante complicada; el subsidio venenezolano está pasando por aprietos, ya no está Hugo Chávez para enviar sus petrodólares para sostener el castrismo; el contexto internacional no es el mismo, el deshielo con Estados Unidos se ha frenado bastante.
La mayoría de cubanos creen más en que las circunstancias obligan al gobierno a cambiar y a hacer una transición, aunque sea lenta.
¿Qué ha cambiado para los cubanos tras 60 años de castrismo?
La población cubana ha cambiado, ha pasado de la fascinación y de lo que podemos llamar un hipnotismo colectivo a una situación de mayor descreimiento, mayor crítica. Creo que hemos perdido un poco la inocencia como pueblo; si eso está bien o está mal habría que cuestionarlo más adelante, pero yo creo que es positivo.
Tengo la impresión que vamos a ser menos susceptibles de caer en las garras o en las manos de otro populismo, pero también lo cierto es que eso nos ha hecho una población menos tendiente a la rebeldía, más apática, más cuidadosa, más temerosa y hace falta una chispa de rebeldía.
¿En qué se han traducido las palabras que dijo Miguel Díaz-Canel en su discurso al asumir la presidencia cuando habló de dar continuidad a la revolución?
El continuismo es algo que está marcando este nuevo gobierno. Miguel Díaz-Canel no pierde oportunidad de recordar que él va a mantener la obra de la generación histórica, incluso en su primera entrevista como presidente, que la dio a un medio extranjero y no a un medio nacional, dijo que él hablaba con Raúl Castro todos los días y que él lo guiaba.
Eso es muy sintomático, porque este sucesor quiere dar la impresión que no hace nada saliéndose del guión. Eso es malo, porque los cubanos lo que queremos es que se salga del guión y que haga cambios. Pero de todas maneras no sabemos si esa actitud es real o simple oportunismo de sobrevivencia.
De hecho, también dijo que Raúl Castro iba a encabezar las decisiones de mayor trascendencia desde la cúpula del Partido Comunista. ¿Cuáles han sido esas decisiones hasta ahora?
El Partido Comunista, según la Constitución vigente y la que próximamente va a reformarse, es la fuerza dirigente de la sociedad, el que manda. Por tanto, Raúl Castro al mantenerse en el partido tiene los timones de la nave garantizados en sus manos.
Eso significa que ya estamos viendo señales de que en la reforma constitucional se va a mantener ese papel del partido; se van a agregar algunos artículos para reforzar la intolerancia política o lo que podemos llamar el “paramilitarismo ideológico” de cuando un cubano que piensa diferente o quiera cambiar el sistema pueda ser agredido o vilipendiado y atacado con impunidad; y sobre todo se mantiene lo que se llama la irrevocabilidad del socialismo. Esa es la herencia de Raúl Castro.
¿Sigues radicada en Cuba? ¿Cómo haces para desempeñar tu rol como defensora de la libertad de expresión y de prensa en tu país?
Hace muchos años decidí quedarme en mi país, sé que lo más fácil sería hacer las maletas y radicarme en otro lugar, pero estoy muy vinculada profesionalmente y emocionalmente a Cuba. Allí está la materia prima de mi trabajo periodístico, narro de mi país.
No tendría ningún sentido hacer un periódico sobre Cuba lejos de Cuba. Es complicado, hay mucha censura, es un periódico ilegalizado, pero también es muy atractivo el trabajo, porque cada noticia, cada entrevista, cada reportaje que logramos publicar muchas veces llena un vacío o un silencio de la prensa oficial.
¿Enfrentas algún tipo de persecución, de controles?
Yo he sufrido todo tipo de restricciones. Durante 10 años no pude viajar fuera del país como castigo a mis escritos, he estado detenida, me han cofiscado material de trabajo, he estado vigilada y, sobre todo, soy objeto de una campaña de difamación brutal de parte del gobierno.
Han ido autoridades a la escuela de mi hijo a decirle que su madre es una traidora, en los medios oficiales ha salido mi rostro llamándome con los peores términos como ciberterrorista. Pero, sin embargo, no siento que he sido de las personas que más ha sufrido, porque hay gente que ha estado años y años en la cárcel, gente que ha tenido que asilarse y el dolor de ver el país desde la distancia es realmente infinito.
Yo prefiero que la gente me recuerde no por lo que he sufrido, sino por lo que he logrado. Y he logrado hacer periodismo en situaciones adversas y dirigir un medio de prensa.
Venezuela y Nicaragua
¿Qué opinas de lo que está sucediendo en Venezuela y Nicaragua?
Venezuela es una tragedia de dimensiones que no se pueden medir ahora mismo en toda su gravedad. Estamos ante una crisis política, humanitaria, económica y de la destrucción de las instituciones de un país. Lo lamento tanto, porque el embrión de todo ese daño brota de la Plaza de la Revolución de La Habana, del empecinamiento de las autoridades cubanas de traladar hacia una nación como Venezuela una democracia imperfecta, con problemas, con corrupción, con incredulidad política de los ciudadanos.
Trasladaron ideas que ya en Cuba se había demostrado que no funcionaban y, a través de ellas, destrozar un país, sembrar la intolerancia, establecer un régimen con un corte cada vez más totalitario, destruir la prensa, destruir el entramado económico y convertir a los venezolanos en la nueva diáspora dispersa por todo el continente.
En el caso nicaragüense, lamentablemente están las manos de La Habana metidas. Vemos a un Daniel Ortega aferrándose al poder, no quiere soltar la silla presidencial, está dispuesto a matar, no sabemos si a morir, por mantenerse en el timón de la nación y, sobre todo, está arrasando con las esperanzas y la vida de una generación más joven que quiere cambio y traicionando su propio ideal revolucionario.
¿Qué puntos de comparación puedes hacer entre el camino que ya vivieron los cubanos y lo que están enfrentando ahora venezolanos y nicaragüenses?
En todo se ve, en el colapso económico. El sistema cubano es profundamente disfuncional en la creación de riquezas. Es como Robin Hood, sabe robar y redistribuir pero no sabe crear.
Eso en el caso de Cuba, que es un país con pocos recursos naturales, fue dramático; pero en el caso de Venezuela tan rica en petróleo y de otros recursos es más dramático aún porque tendrían todo el potencial natural para poder disfrutar del bienestar y estabilidad, pero en lugar de eso están recogiendo comida de la basura para poder alimentarse, están emigrando ilegalmente... Eso es por haber copiado el sistema clientelar , corrupto y sobre todo centralizado de Cuba.
En Nicaragua se ha visto que grupos de la sociedad, sobre todo los jóvenes, han perdido el temor a la represión y se han manifestado sin tregua en las calles. ¿Es esto suficiente para que Daniel Ortega ceda a la presión social?
Hacen falta también presiones internacionales, sobre todo regionales. Las organizaciones regionales no son solo para hacerse fotos de familia, también hay que presionar, hay que denunciar. ¿Por qué no se eleva más la voz de los gobiernos de la zona para decir: ojo es un caudillo, es una dictadura, está matando a su propio pueblo y tiene que salir? Eso falta.
Pero parece ser que tanto Ortega como Rosario Murillo están apostando al cansancio de la población, al miedo y al terror. Las purgas, los encarcelamientos y hacerles creer que nada va a moverse provoca un desgaste y muchas pérdidas de vidas.
¿Cómo les puede pasar factura la crisis de Venezuela a sus aliados?¿Qué escenario se vislumbra?
Lamentablemente el populismo es cíclico. Pensábamos que nos habíamos librado de algunos como (Rafael) Correa (expresidente de Ecuador) y de pronto vemos en otros países que están aflorando figuras, entonces yo no diría que una salida de Maduro o de Ortega del poder sea la solución para ambos países, sobre todo Venezuela que ha sufrido una descapitalización humana, profesional, económica y ética que tardará años o décadas en cambiar. En eso puede darse el contexto para el surgimiento de otro populista que venda soluciones rápidas e improbables.
Creo que el régimen de Maduro caerá, es insostenible desde el punto de vista económico, los números lo dicen. Daniel Ortega tendrá que irse, lo ha decidido así su pueblo y la biología también está de parte de él porque es una persona que está cumpliendo su ciclo vital y su ciclo como presidente.
Pero, qué viene después es la gran pregunta. Hay pueblos lastimados y podría ser también una oportunidad para discursos que terminen encerrando a los pueblos en otras jaulas. Pero de estas hay que salir, no por miedo a lo que viene podemos paralizarnos.
En el caso de El Salvador, el partido en el gobierno tiene lazos con Venezuela. ¿Cómo podría repercutir la crisis venezolana en el país?
Desde la óptica cubana, creo que debemos ser mucho más responsables a la hora de cuestionar esta camaradería diplomática, que muchas veces es complicidad más que ayuda con la que Cuba ha actuado en los foros internacionales. Esa camaradería ha envalentonado a Nicolás Maduro, le ha dado más impunidad para reprimir y para corromper al país.
Así que yo creo que cualquier país del mundo que mantenga, a través de su gobierno, una relación estrecha con el régimen de Miraflores debe saber que sus recursos diplomáticos, su imagen como país y su nombre como ciudadano está siendo usado para sostener un régimen impresentable.
Campañas electorales
En el continente hay varios procesos de elección en marcha y se ha visto que en algunos países han emergido candidatos que se venden como “outsiders” de la política. ¿Es esto un riesgo para el sistema democrático, un paso hacia el populismo o cómo se debe ver este fenómeno?
Como cubana cuando me asomo a la realidad de cualquier país donde hay un proceso electoral, sea con menos luces o más sombras, me doy cuenta que acierten o fallen los ciudadanos en el voto que ponen dentro de la urna al menos tienen la posibilidad de votar. En mi país llevamos 60 años sin poder elegir quién nos gobierna.
Creo que la democracia y los procesos electorales tienen muchos peligros como el populismo, vender promesas y soluciones que no pueden aplicarse, pero el principal peligro sería no ir a votar.
Un punto en común que tienen los discursos de este tipo de candidatos es que atacan el sistema de partidos tradicionales, por ejemplo. ¿Qué efecto puede causar en la población ese tipo de campaña?
Creo que los partidos tradicionales deben revisar qué han hecho mal, por qué aparecen este tipo de individuos con estos discursos. Pero sin lugar a dudas es peligroso intentar desmontarlo todo, porque terminan desmontando los pilares de la democracia.
La crítica incisiva, el señalamiento es muy saludable, pero ojo porque muchas veces detrás de eso se puede esconder discursos que en realidad lo que quieren es dinamitar sistemas.
Yo creo es muy peligroso los votos de castigo, porque han llevado a muchos impresentables al poder, porque por castigar a uno se elige a otro que no tiene la capacidad, pero se busca como reemplazo. El castigo ciudadano a través del voto debe ser con crítica, con propuestas, pero no votar por un populista. Eso es peligroso.