“No basta rezar…

descripción de la imagen

Por

21 September 2018

...Hacen falta muchas cosas para conseguir la paz”. Tal la letra de una canción que sonó durante la década de los Setenta del pasado siglo. Con independencia de los sentimientos que le produzca recordar la canción, ¿diría usted que lo que allí se dice es cierto? Y con el popular refrán “A Dios rogando y con el mazo dando”, ¿está de acuerdo? Se atribuye a San Ignacio de Loyola una frase que me gusta mucho: “Ora como si todo dependiera de Dios; trabaja como si todo dependiera de ti”. Para los creyentes, rezar ayuda mucho pero no es suficiente para conseguir lo que se quiere.

Para aprender, tampoco basta con asistir a la escuela, esa institución que promueve y facilita el aprendizaje de lo que el grupo social considera que las nuevas generaciones necesitan para integrarse productivamente como ciudadanos responsables. Así como usted va a un restaurante a comer, así va a la escuela a aprender. Tonto será quien vaya a un restaurante y no coma la comida por la que ha pagado; pero ¿se sentirán tontos quienes acuden a la escuela y no aprovechan de los servicios por los que se paga?

Como condiciones mínimas, aprender requiere que quienes se involucran en el proceso, pongan esfuerzo consciente y destinen tiempo de calidad. También se necesita de maestros motivados que quieran y sepan enseñar. Es imprescindible que los alumnos quieran aprender. El alumno que no quiere aprender, gasta su tiempo y el de los docentes, sea en educación básica, media o superior. Se aprende mejor en una escuela con buenas condiciones que en otra que se mantiene en pie por la misericordia divina, pero que las paredes, ventanas, pisos y baños están hechos un asco. Mantener las buenas condiciones de la escuela, formar y mantener buenos profesores, proveer a la escuela de los materiales pedagógicos mínimos cuesta dinero. En los centros privados, los padres pagan por la educación de sus hijos; en los centros públicos, todos pagamos por la educación de los niños que allí asisten.

¿Cómo sabemos que la calidad de la educación es buena, regular o mala? Por ahora, la Paes es el instrumento, aunque no el único, que nos brinda información al respecto. Imagine qué haría si se toma una muestra de sangre y resulta que sus niveles de azúcar son tan altos que le para los pelos. ¿Regaña a la laboratorista que le sacó la sangre? ¿Le quiebra las ventanas al laboratorio? ¿Despotrica contra su médico? ¿Toma medicamentos? ¿Se pone a dieta? Solo las dos últimas dos opciones tendrán efecto, a la larga, sobre el azúcar en su sangre. La única respuesta inteligente es hacerse responsable usted de sus propios resultados y actuar en consecuencia.

Declaran que la educación y formación es importante para desarrollarnos como país, pero ante los inminentes resultados de la Paes, ¿cómo cree que actuaremos como país? ¿Nos haremos cargo de los resultados o quebraremos las ventanas del laboratorio? ¿Hago de vidente?

Les doy mi pronóstico: nuestros profesores se quejarán del poco apoyo de los padres de familia; el viceministro de Educación pensará que hay que cambiar el instrumento; los estudiantes, para que los admitan a una universidad que no merecen, harán huelga (y tampoco estudiarán si entran); Hacienda reducirá el presupuesto 2019 para educación (total, si es mala, ¿para qué invertir en ello?) y los diputados de la Asamblea Legislativa lo aprobarán, no sea que les recorten a ellos su presupuesto. Después, rezando, desearemos que el país progrese… Ni San Judas Tadeo, patrono de los imposibles, nos hará el milagro, porque “no, no, no basta rezar, hacen falta muchas cosas para conseguir la paz”. La paz sea con nosotros… algún día.

Sicólogo