¡Con cuidado!

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21 September 2018

¡Cuidado! o ¡con cuidado! Se han convertido en palabras comunes entre los salvadoreños. Nos las decimos con frecuencia como una autorreflexión de precaución y también la expresamos a nuestros familiares o amigos. Nos las repetimos a diario y en muchas ocasiones las decimos sin meditar su significado e implicaciones, se han vuelto una costumbre que significa: “nos sentimos inseguros de casi todo y hay que tener cuidado con todo”.

Nos decimos ¡cuidado! cuando oímos el pito del bus que viene en contrasentido y que nos está “avisando” que se pasará el semáforo en rojo. Nos decimos ¡cuidado! cuando por algún motivo pasaremos por una calle “famosa por sus asaltos” y no tenemos otra ruta que tomar. Nos decimos ¡con cuidado! cuando por algún motivo de trabajo o emergencia tenemos que salir de noche o madrugada de nuestras casas y debemos exponernos a la inseguridad de la noche.

Esas expresiones nos las repetimos para nosotros, se las decimos a nuestro cónyuge o se las mencionamos a nuestros amigos cercanos. No tienen como finalidad provocar temor ni alterar nuestra realidad para ponernos en estado defensivo constante, tampoco tienen el propósito de empeorar la neurosis que domina a gran parte de la población. Es simplemente una forma de hacer ver que se debe ser cauteloso y que debemos tomar medidas de precaución, a veces más allá de lo que en otras épocas hubiéramos considerado como normales.

Para la generación de los que ahora somos padres o abuelos, el ¡cuidado! o ¡con cuidado!, se ha vuelto una frase habitual. Es una manera que tenemos de expresar a los que realmente nos importan, a nuestro círculo más cercano, que nos interesa su bienestar y seguridad. No lleva implícito ningún mensaje oculto. La recomendación es clara y directa, ten cuidado porque me importas. Así lo entendemos los adultos.

Sin embargo, cuando hacemos mención de las famosas palabras: ¡cuidado! o ¡con cuidado!, a las nuevas generaciones, nuestros hijos o nietos, el mensaje no se recibe de la misma manera que lo emitimos. Al menos este es el resultado de un estudio realizado por el psiquiatra infantil doctor Joshua Sparrow, del Hospital de Niños de Boston, quien manifiesta que “los niños aprenden el significado de las palabras a través del contexto en que se usan”. Si hay muchos contextos no le encontraran significado. De manera que si decimos ¡cuidado! o ¡con cuidado! con mucha frecuencia, no habrá contexto y por tanto tampoco significado de esa precaución.

Para ellos, estas frases se vuelven un sinónimo de prohibición. Es una negación que va oculta en la frase ¡cuidado! En parte, esta situación se entiende a si pues se han utilizado mucho estas palabras en relación con tratar de evitar problemas con drogas, alcohol, embarazos prematuros o el sexo no seguro. Según el estudio, muchos padres han utilizado esas expresiones de precaución pero que suenan a prohibición porque no se explica exactamente qué es lo que conlleva la palabra ¡cuidado!, así por ejemplo, cuando se dice: ¡Cuidado con las drogas!, pero no se explica más acerca del efecto negativo de las drogas. ¡Cuidado con un embarazo temprano!, pero no se habla de la sexualidad con los hijos, dejando que en la escuela cumplan las funciones que son del hogar.

Siendo así, no debemos culpar a las nuevas generaciones de un defecto de comunicación que es nuestro. Debemos comenzar por explicar porqué razón les pedimos que sean cuidadosos, tratando de detallar las opciones para evitar los riesgos y haciéndoles ver lo que ellos realmente significan para nosotros. ¿Será eso mucho pedir?

Médico y Doctor en Teología