Sexo sin vergüenzas

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20 September 2018

"Pecado". Así de lacónica fue la respuesta que un sacerdote dio a un adolescente cuando este le preguntó sobre las relaciones sexuales por placer dentro y fuera de matrimonio. Sin matices, sin grises o consideraciones especiales. Solo pecado.

Esto sucedió en 2001, cuando yo tenía 13 años y cursaba el séptimo grado en un colegio católico de San Salvador. Durante un sábado completo, autoridades del colegio citaron a toda nuestra generación y a nuestros padres para una jornada de educación sexual.

En esta jornada, vimos una película y recibimos tres charlas diferentes en la capilla del colegio. Y pese a que el evento se ofreció como un experimento positivo y no normativo (es decir, que abordaría el “ser” desde una perspectiva científica, no el “deber ser” desde una perspectiva religiosa), las ponencias estuvieron plagadas de juicios de valor, verdades a medias y constantes amenazas de que estábamos pecando.

Después de eso y hasta nuestra graduación, no volvió a haber un esfuerzo sistematizado por discutir estos temas fundamentales en la vida de todo adolescente. Más allá de alguna clase esporádica, para bien o para mal, mis compañeros y yo tuvimos que aprender del tema por nuestra propia cuenta.

Todo esto, por cierto, en un colegio de clase media de la capital que aún cuenta con algún prestigio histórico. Si esa fue nuestra educación sexual y reproductiva, no quiero ni imaginar qué sucede en otros centros educativos del país, con menos privilegios y donde los alumnos suelen tienen menos herramientas para investigar un tema por su cuenta.

Esta ignorancia sobre la sexualidad repercute negativamente en múltiples áreas. Para empezar, manda a nuestros jóvenes carentes de ciencia y contenido a los pininos de su vida adulta, donde la sexualidad toma un papel protagónico. Además, los recarga de prejuicios y culpas que no dejan disfrutar una vida sexual plena y feliz. Finalmente, refuerza masculinidades tóxicas que nutren las cifras de violencia de género en el país.

Ante tan sombrío panorama de educación sexual, es encomiable cada esfuerzo por iniciar una conversación sincera y científica del tema. Una que no busque fomentar sentimientos de culpabilidad sino que abra las puertas a una vida sexual y afectiva saludable.

Hace unos meses, una iniciativa ciudadana llevó a la Asamblea Legislativa un proyecto de ley para reformar la educación sexual en el país. Con base en cifras de embarazos prematuros, enfermedades de transmisión sexual y violencia de género, plantearon la necesidad de reforzar lo que desde niño se aprende, pero el proyecto fue derrotado en parte por una fuerte alianza conservadora y en parte por el temor de algunos diputados —que inicialmente acuerparon el proyecto— de dar seguimiento a un tema que francamente ya no debería ser controversial.

Meses después de esta derrota, en una plataforma muy diferente hay una luz de esperanza. Una alianza entre Alharaca (una productora de contenidos digitales fundada por cuatro salvadoreñas para crear materiales colaborativos que aborden los problemas más urgentes de nuestro país) y Revista Factum lanzó hace poco en una red social la cuenta “Sexo sin vergüenzas”. En su etapa inicial, esta cuenta está motivando una discusión sobre todos los prejuicios absurdos con los que los salvadoreños crecemos, como las culpas o los apodos que damos a las partes del cuerpo para no nombrarlas directamente.

Posteriormente, y partiendo de algunos de los temas discutidos en la primera fase, Sexo sin vergüenzas utilizará diferentes herramientas tecnológicas y diversas narrativas para hablar de educación sexual desde una perspectiva más saludable y científica. Aun si este esfuerzo no logra llenar el enorme vacío que el sistema educativo deja en los jóvenes, aprovecha el enorme potencial de la tecnología, el periodismo y el storytelling para cambiar la miedosa forma en que encaramos el sexo en El Salvador y puede generar un efecto de bola de nieve en el que cada vez nos sintamos más cómodos de abordar el tema de manera saludable.

Por ello, les insto a visitar en Instagram la cuenta @ssinverguenzas, donde en este momento encontrarán una serie de consultas que evidencian la forma poco asertiva en que abordamos el tema en el país. Sigamos pendientes de esta —y otras, si surgen— iniciativas que pretenden formar una sociedad más educada y también menos violenta. Una sociedad que no avergüence a los jóvenes por explorar su sexualidad. Una sociedad en la que la respuesta a una pregunta sobre sexualidad sea compleja, integral y fundamentada, mucho más profunda que solo decir “pecado”.

Analista político

@docAvelar