La obstinación de los efemelenistas y sus aliados de GANA en bloquear el nombramiento de magistrados de la Corte Suprema de Justicia está generando ya un problema humanitario, porque de esa forma han dejado desprotegidos a pacientes de cáncer y de enfermedades renales.
El exmagistrado Florentín Meléndez denunció que Salud y el Seguro Social no están proveyendo los medicamentos adecuados a estos enfermos, lo cual pone en riesgo sus vidas y sin que haya una Sala de lo Constitucional que obligue a las autoridades a cumplir con sus obligaciones.
Por lo que se ve, a algunos políticos no les importa que la gente comience a morir con tal de evitar que avancen investigaciones de corrupción, los juicios de Probidad y que se frenen abusos, el despilfarro y el saqueo estatal.
Paralelamente a esto, estar sin Sala, el Ejecutivo puede impedir legislaciones vetándolas sin que haya una instancia que dictamine sobre la legalidad o ilegalidad de lo que se pretende, dejando al país como macho sin dueño.
Pero no solo la legislatura, las instituciones o sectores sociales quedan desprotegidos, sino principalmente la gente, los ciudadanos, que pueden ser víctimas de atropellos, capturas o sanciones arbitrarias o multas sin justificación, que quedan sin nadie por ellos, pues ni siquiera será posible plantear un habeas corpus ante una Sala inexistente.
Actuar sin control es lo que define a las dictaduras: no tener controles sobre ellas, no haber contrapesos institucionales que impidan cualquier abuso, como está sucediendo en Nicaragua y en Venezuela.
Esta clase de movidas repercuten mucho más allá que la pataleta por nombrar a alguien a su servicio en la Sala: El Salvador se pone en la mira internacional como de los mismos ciudadanos: si estamos pasando de ser un país con instituciones propias de naciones civilizadas aun tomando en cuenta sus imperfecciones, con esta clase de actos de fuerza, coger a garrotazos la institucionalidad, nos encaminamos a una anarquización, a sufrir lo que sucedió en África a la muerte de Lumumba: caemos en una “congolización”, donde en lugar de leyes imperan los actos de fuerza, la jungla, lo que en parte ya está sucediendo a causa de una violencia que el gobierno actual no es capaz de controlar.
Actuar sin controles es lo
que define a las dictaduras
y a los corruptos
Considérese la creación de plazas fantasmas en la Asamblea Legislativa usando presupuestos públicos en la administración de GANA, como denunció Quijano: tomaron dineros que no les pertenecían y ahora han puesto en serias dificultades al Órgano Legislativo.
Sin Sala, una Sala formada por magistrados independientes de partidos o grupos de fuerza, esa clase de saqueos no pueden detenerse, lo que paga de inmediato la colectividad, pues los dineros no son ni de los partidos políticos ni del gobierno de turno, sino que de la gente que tiene derecho a que sus escasos recursos se usen con prudencia y mesura.
Como señaló en su momento el arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar, nombrar magistrados prevaricadores que resuelven, no ciñéndose a la letra y al espíritu de la ley, es un acto de traición a la Patria, una afrenta a todos los ciudadanos, aun los que no se enteran de lo que sucede. Y es una afrenta porque todos quedan expuestos a abusos y arbitrariedades.
Ni jueces ni fiscales ni magistrados prevaricadores deben tomar en sus manos la administración de justicia, pues se trata de un bien común, un don de Dios a los hombres, lo que protege nuestras libertades y bienestar.