El presidente de Guatemala, Jimmy Morales, decidió no renovar el mandato de la Comisión Investigadora Contra la Corrupción y la Impunidad de ese país (Cicig), patrocinada por Naciones Unidas, así como no permitir el ingreso de su jefe, Iván Velásquez.
Apoyado por los militares, Morales acusó a la Cicig de “sembrar el terror judicial, llevar a cabo investigaciones sesgadas y partidarias y violar las leyes locales e internacionales”, precisamente en momentos en que la misma Cicig y la Fiscalía piden retirarle la inmunidad para que pueda ser investigado por la posible financiación electoral ilícita en la campaña que lo llevó al poder en 2015.
La decisión de Morales ha sido cuestionada por propios y extraños, específicamente por organismos internacionales y varios países que no han mostrado la misma energía contra las atrocidades y represión perpetradas por los regímenes de Nicaragua y Venezuela.
Lo cierto es que el trabajo de la Cicig ha sido alabado interna e internacionalmente por desmantelar redes de corrupción e impunidad, como la manejada por el expresidente Otto Pérez Molina y la exvicepresidenta Roxana Baldetti.
La congresista demócrata de origen guatemalteco Norma Torres pidió la suspensión de la ayuda estadounidense a Guatemala y advirtió que “si la Cicig se retira, el país volverá a ser un imán para el crimen organizado y el lavado de dinero, por lo cual se desperdiciarán los recursos que los contribuyentes estadounidenses han invertido para mejorar las instituciones guatemaltecas”.
Alemania, Canadá, España, Francia, Italia, Suecia, Suiza, el Reino Unido, la Unión Europea Noruega y el Reino de los Países Bajos han expresado su inconformidad con la decisión de Morales.
No obstante y lejos de lo que argumenta Morales, entre los guatemaltecos se cuestionan los compromisos que agregan los organismos internacionales al apoyo a estas entidades.
De enseñar padres a hijos pasamos a anarquizar sociedades
Como explica el periodista Rafael Domínguez, el problema con esa clase de asistencias son los “combos” que a la par de objetivos válidos meten otras agendas, como legalizar el aborto, limitaciones a la autoridad de los padres sobre los hijos menores, promover enseñanza sexual prematura en las escuelas.
“¿La gran pregunta es si para El Salvador una Cicies es conveniente? Sigo creyendo que sí, pero en la medida en que las agendas de la ONU y la OEA en sus intereses pro aborto e ideología de género se queden afuera, porque una cosa es buscar ayuda para resolver la corrupción y otra traer un organismo para que te diga cómo vivir y éste crea que su poder incluye cambiar tu Constitución”, dice Domínguez en una columna publicada en Diario El Mundo.
“La Cicig en Guatemala tuvo su peor enemigo en sí misma, puesto que quiso ir más allá de lo que los mismos guatemaltecos podían digerir y su mandato estaba a punto de volverse eterno, algo que tampoco un país soberano tolerará y así lo ha demostrado el presidente Morales, cuando él se vuelve el perseguido por el ente que depende de su firma para continuar vivo; fue la soberbia de la ONU vs. la política local; claro, venció lo local”, dice el análisis.
Muchas veces los “combos” intentan cambiar la mentalidad de pueblos, ir contra algunas de sus tradiciones, despertar conflictos como con la Ley del Menor Infractor que puso un manto de impunidad sobre menores que ahora son los sicarios y los que cobran la renta...