#YoNoAtiendoCorruptos

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11 September 2018

El principio máximo de la medicina es “no hacer daño”. La bioética, por su parte, nos pide a los médicos excusarnos de no tratar a pacientes cuando no hay rapport (fenómeno en el que dos o más personas sienten que están en “sintonía” psicológica y emocional). La razón principal obedece a la seguridad del paciente.

Estos principios están encadenados con el párrafo del juramento hipocrático que reza: “En cualquier casa donde entre, no llevaré otro objetivo que el bien de los enfermos; me libraré de cometer voluntariamente faltas injuriosas o acciones corruptoras”.

Aún bajo estas asunciones y verdades, no excuso ni escondo mi falta de empatía por los corruptos, estos son criminales de otro nivel. Ellos voluntariamente sacrifican el futuro de sus propias familias a cambio de su avaricia.

Cuando decido no tratar corruptos es porque sé de primera mano el daño catastrófico que causan a nuestra sociedad. Logro dimensionar los cientos de miles de salvadoreños que han matado con un plumazo. Veo a diario en mí consulta “cadáveres deambulantes” por falta de acceso a medicina o tratamientos especializados. Yo puedo regalar mi trabajo, pero esto no es suficiente para cambiar su destino; por lo tanto, solicitarles a los corruptos NO hacer citas en mi clínica privada me parece lo más honesto y ético en beneficio de ellos.

Pero el tema no es si tratar o no pacientes corruptos. La base de mi decisión radica en si seremos complacientes con este crimen o tenemos el poder de cambiar nuestra cultura según las acciones que tomemos ahora. Cuatro gobiernos de “derecha” y dos de “izquierda” han dejado ver con claridad que nuestras calamidades, conflictos, separaciones no eran motivadas por “ideologías”, sino por la avaricia de nuestra cultura.

No hay el mínimo asco en mentir, en hacer promesas que saben que no podrán cumplir, todo con el fin de lograr popularidad o votos, no hay remordimiento en el silencio y en la complicidad.

Nosotros somos la reserva moral que le queda al país, ¿qué postura hemos de tener ante grupitos que han hecho tanto daño a generaciones enteras? Mi humilde opinión es excluirlos de la sociedad al igual que ellos nos excluyeron de la paz, la salud, educación y seguridad.

Lamento ser tan “humano” en mi raciocinio, pero hay niños que están atentos y pendientes de nuestras acciones, incluyendo a mis hijos. De nuestra determinación en eliminar este flagelo dependerá cómo los jóvenes del ahora actuaran en favor o en contra de sus compatriotas en los años por venir.

Puede ser que mi postura este alejada del autoproclamado “pacifista” que he dicho en ocasiones ser. Y, por alguna razón, estoy cómodo con mi decisión.

¿Qué les parece el reto ¿#YoNoDoyMordida? O una frase más ligera ¿#YoNoCorrompo? Les invito a que pongamos el nombre que queramos. Como sociedad somos los únicos que podemos reducir y eventualmente erradicar este crimen de nuestra cultura ya que ningún presidente de El Salvador ha combatido este mal sin ser parte de ella.

¿Por qué ahora y no antes? Supongo que cada uno de nosotros llega a un límite que viene por medio de entender la magnitud de la amenaza, de ver con claridad al enemigo común que destruye nuestro país.

No nos pongamos de acuerdo en candidatos, partidos o tecnicismos. Pongámonos de acuerdo en cómo lidiamos con ese pequeño grupo de personas que no quieren desentrampar una elección de una Sala independiente, de aquellos que quieren restar poder a la lucha en contra de la corrupción, de aquellos que quieren avanzar abusando de los demás. Mi propuesta es sencilla #YoNoAtiendoCorruptos.

*Médico neurocirujano.