Patria sufrida

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07 September 2018

Nuestra Patria ha sufrido. Cargamos con el pasado de aquellos años cruentos de una guerra civil que nos enfrentó entre hermanos. También en los tiempos recientes, de un modo diferente, nuestro país sigue sufriendo.

El precio que hemos pagado por la corrupción ha sido altísimo. Hemos visto redes, con alguno que otro que ha confesado su culpa, que malversaron millones de dólares que hubiesen podido utilizarse en beneficio de los salvadoreños más desfavorecidos. Y qué decir de la inutilidad probada de quienes deberían de gobernar nuestro país, con un Estado al que no le alcanza el dinero por su enorme tamaño e ineficiencia. A eso sumemos la nefasta compra de voluntades o pedir “mordida”.

La violencia golpea a tantas familias, llevándose tantas vidas, tantas ilusiones. El drama de los desplazamientos forzados de todos aquellos que deben huir y abandonar lo poco que tienen para no ser presas de las maras; los desaparecidos y las mujeres que sufren psicológica o físicamente; los pequeños, medianos y grandes negocios de aquellos que buscan ganarse honestamente la vida y que están obligados a pagar a los delincuentes para evitar peores consecuencias; un control territorial que deja a los salvadoreños a la merced del más fuerte, que no les permite caminar libremente por las calles, pues podrían convertirse en un número más de las estadísticas de asaltos o asesinatos… todas estas son duras realidades que claman al Cielo y de las que no se ve una pronta salida.

Tampoco podemos hacernos los ciegos ante esas prácticas cuestionables —es triste, pues parecería que cada vez están más difundidas— de quienes, en distintos sectores, buscan aprovecharse y beneficiarse a toda costa, sin importar que sea al margen de la ley o cayendo en la corrupción que, paradójicamente, tanto critican y lamentan.

Justo en esto último está el quid del asunto: todos somos buenos para quejarnos. Nos lamentamos por las penosas situaciones que atraviesa nuestro país. Y no nos damos cuenta de que, de alguna manera, somos también nosotros los responsables. Es fácil echar la culpa a los pésimos políticos que tenemos y a otras circunstancias; lo difícil es pensar cómo ponemos de nuestra parte para intentar mejorar las cosas. Lo que sembremos cada uno de los salvadoreños, eso cosecharemos. Patria no es un ente impersonal. Patria es la suma del “yo”, cuyo resultado es un “nosotros” de responsabilidades compartidas.

Está claro que no todo mejorará de un día a otro y que la fórmula no es mágica, pero soy fiel creyente de comenzar por las cosas pequeñas. Esas aparentes nimiedades pueden hacer la diferencia, como se lee en un capítulo de El Principito, cuya enseñanza sobre el valor de lo pequeño suele pasar inadvertida. Cuando describe su asteroide, dice que parte de la rutina es arrancar las raíces de los baobabs en cuanto se les distingue de los rosales, porque si se les deja crecer podrían cubrir rápidamente el suelo y perforarlo hasta destruir el planeta.

“A veces no hay inconveniente en dejar para un poco más tarde el trabajo; pero tratándose de baobabs, el retraso es siempre fatal. Conocí un planeta habitado por un perezoso que descuidó tres arbustos…”, explica El Principito. Descuidar las cosas pequeñas puede traer consecuencias desastrosas. Por el contrario, quien es consciente de su importancia y de su valor no solamente se esmera por atender los detalles materiales, sino que lo traduce a su vida con sus comportamientos y actitudes.

¿Qué podemos hacer? Iniciemos con una actitud y disposición de respeto a la ley, aun cuando no haya reproche o castigo por parte de la autoridad. Esto puede concretarse, por ejemplo, en cumplir las leyes de tránsito, además de manejar decentemente, ser corteses y no tirar basura por las calles.

Procuremos hacer bien nuestro trabajo, con detalle y a conciencia, respetando los horarios o metas por los que nos remuneran y dando el extra cuando sea necesario. La puntualidad es definitivamente un área de mejora en la cultura de trabajo salvadoreña.

Pensemos cómo podemos ser solidarios con los demás y pongámoslo por obra, comenzando por nuestras familias y los más desfavorecidos.

Si nos esforzamos en estas y otras pequeñas acciones, poco a poco y con constancia, cambiaremos para bien a nuestra Patria.

Comunicador.

jgarciaoriani@gmail.com