Son los intereses de la banda la causa de tanta barbarie

“La represión y las represalias contra los manifestantes continúan en Nicaragua mientras el mundo desvía la mirada”, reclamó en un comunicado el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.

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06 September 2018

Hasta el momento lo que protege a Ortega es ser un dictador de izquierda, pues si fuera de derecha, toda clase de fuerzas se habrían coligado para derrocarlo, como sucedió a Somoza.

El régimen de Ortega, como Somoza en su momento, ha sido acusado de perpetrar horrendas torturas y vejámenes a la población mediante la policía y escuadrones sandinistas. La respuesta fue expulsar de inmediato a los observadores de Naciones Unidas que hicieron la denuncia.

La represión no es tanto para proteger a Ortega y a la Murillo, cuanto a toda la banda de secuaces que han venido medrando en Nicaragua desde la caída de Somoza. Esa estructura de poder y saqueo se vendría abajo si cae Ortega, como cuando a una pandilla en El Salvador le intervienen cuentas bancarias, residencias, casas de playa, negocios: todos pierden su sustento.

Naciones Unidas denunció que el régimen y sus escuadrones de la muerte han perpetrado asesinatos, abusos contra los derechos humanos, violaciones contra hombres y mujeres, a quienes incluso les han introducido cañones de fusiles en sus partes íntimas.

“La represión y las represalias contra los manifestantes continúan en Nicaragua mientras el mundo desvía la mirada”, reclamó en un comunicado el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad al-Hussein.

Los detenidos fueron torturados con pistolas de descargas eléctricas Taser, alambres de púas, palizas con puños y tubos e intentos de estrangulación, señaló. “Algunas mujeres han sido objeto de violencia sexual, incluida la violación, y describieron las amenazas de abuso sexual como comunes. Los hombres detenidos también mencionaron casos de violación, incluidas violaciones con rifles y otros objetos”, señaló el informe.

Mientras tanto, los efemelenistas siguen dando su respaldo al orteguismo, convirtiéndose en cómplices de esas atrocidades.

En 1978, cuando fue tomando cuerpo la insurrección contra Somoza, se forzó al entonces presidente de Costa Rica, Rodrigo Carazo, a poner a disposición de Cuba y Venezuela pistas de aterrizaje para llevar a Centroamérica no solo a grupos sandinistas, entre ellos a Ortega, sino sediciosos centroamericanos, en adición a refuerzos para la guerrilla de El Salvador.

Pero además se cortó el suministro de combustible a la Guardia Nacional de Nicaragua, pertrechos bélicos, todo lo necesario para montar una defensa al régimen, que cayó a los pocos días.

Hasta el momento, fuera de regaños, tímidos debates y cortes de “la ayuda”, como también se esgrimen contra Venezuela, nada pasa... Como nada pasa en el caso de la narcodictadura venezolana, un régimen que ha causado una crisis humanitaria de enormes proporciones pero que cuenta con sus defensores, desde los efemelenistas en El Salvador hasta López Obrador, presidente electo de México.

El sagrado principio socialista:

“Lo robado, robado queda”

Los organismos regionales no pueden hacer nada fuera de llamados “al diálogo” pese a que es imposible dialogar con sicópatas.

Pero obviamente el descalabro económico que ya se hace sentir en Nicaragua, además de afectar a toda la región, provocará más presiones poblacionales sobre la frontera de Estados Unidos, las que tan mal han venido manejando los responsables de detener a los refugiados. Y sobran antecedentes históricos de todas las épocas de cuando por hambre o guerras masas humanas han tenido que huir y buscar donde asentarse, comenzando por las invasiones bárbaras a Europa de principios del siglo V, de teutones, alemanes, godos, visigodos, longobardos que cambiaron inclusive la composición racial de Europa.

En juego estaría el sagrado principio socialista de “lo robado, robado queda”; el botín no lo sueltan los sandinistas.