Bajerada y falta de cultura

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31 August 2018

Ese coloquialismo, que quizás no se utilizaría en una conversación seria o académica, tiene la fuerza para calificar distintas situaciones disgustosas y de falta de educación con las que nos podemos encontrar en el día a día. Tirar basura en las calles, hacer necesidades en la vía pública o bloquear el paso en una intersección son bajeradas que presenciamos no pocas veces en nuestra sociedad. A veces, lastimosamente, la palabra se usa de forma clasista y discriminatoria, pero con los ejemplos anteriores se ve que no es el caso ni mi intención.

Una bajerada fue el espectáculo con bailarinas dentro de una sala de audiencias en el Centro Judicial Isidro Menéndez, el pasado fin de semana. En el video, difundido ampliamente en redes sociales y por diversos medios de comunicación, se observa cómo, bajo el son de la cumbia, bailan unas mujeres con prendas sugerentes, acompañadas por supuestos empleados del Órgano Judicial. Algunos reaccionaron encontrando el lado cómico del asunto; otros fueron muy críticos y la misma Corte Suprema de Justicia calificó, en un comunicado, de “graves y lamentables” los hechos y ordenó una investigación para llegar al fondo del asunto.

Sin embargo, para el Sindicato de Empleados Judiciales Salvadoreños (Sinejus), se puede reducir de tan inapropiada forma un recinto dedicado a impartir justicia —que funciona gracias a los impuestos que pagamos— porque se trataba de un festejo para concluir su asamblea general ordinaria.

Para Reina Sigarán, secretaria general de ese sindicato, los indignados por este hecho estamos exagerando las cosas y no nos damos cuenta de que se trataba de un evento cívico y cultural. Según declaraciones publicadas en este medio, aseguró que no era una fiesta, sino un “show artístico” para el sano esparcimiento de sus agremiados, que apoyaba el talento artístico nacional. No se explica, además, en qué fundamentará la Corte la investigación.

Estas palabras, independientemente ellos se las crean o no, invitan a reflexionar. Justificar el mal uso de una sala de jurados y un show que a todas luces cosifica a la mujer bajo la excusa de que es un hecho cultural, es una muestra de cómo la cultura, que hace referencia a la enorme riqueza y capacidad intelectual del ser humano, se banaliza tantas veces y sirve para promover hasta lo más burdo. Si bien entre países y regiones las usanzas y costumbres cambian, esto no significa que la cultura sea ajena a ciertos principios universales que deben ser respetados, como la dignidad humana.

Por ejemplo, a nadie hoy en día —espero que ni por las influencias del relativismo— se le ocurriría justificar las barbaridades que se cometían en los circos de la Antigua Roma, porque atentan contra la inviolabilidad de la vida, a pesar de que se trataba de una cuestión “cultural” muy enraizada y comúnmente aceptada. Claro está que no en todos los casos es tan evidente cómo las manifestaciones culturales engrandecen o dañan a la persona y por eso es necesario el diálogo con otras culturas y el discernimiento.

Este ejemplo, que puede sonar algo extremo, lo traigo a colación para motivar a pensar qué manifestaciones de la cultura salvadoreña pueden ser enriquecidas, mejoradas o dejadas, y no vivirlas sin más porque se trata de algo “cultural”. No se trata de pensar solo en cuestiones “elevadas” o exquisiteces, sino de comenzar cambiando cosas pequeñas, como las que mencionaba en el primer párrafo. En éstas colabora la presencia de una autoridad que castigue su incumplimiento, cosa que por ahora no vemos. También tenemos áreas de mejora como la puntualidad u otros modales, que no necesariamente vivimos porque haya coerción.

El espectáculo del juzgado evidencia lo bajero, es decir, la bajeza cultural de una sociedad aún contaminada por el machismo que es necesario romper de una vez por todas. Es una gran tarea que tenemos pendiente.

Comunicador

jgarciaoriani@gmail.com