Mi memoria no guarda el dato exacto pero tiene que haber sido a mediados de la década de los 80. Perú iniciaba su retorno a la democracia luego de un gris periodo de dictaduras militares de izquierda. La prensa resurgía con evidente energía al ser devueltos los principales periódicos a sus dueños originales y el surgimiento de otros. Se leía de todo. En esas páginas recuerdo haber leído el artículo “El desexilio” firmado por Mario Benedetti, escritor uruguayo, a la sazón famoso, de prosa tierna y vigorosa, quien tuvo que exilarse del Uruguay para salvar su vida, como miles de brasileños, chilenos, argentinos, nicaragüenses, salvadoreños, etc. Eran tiempos de estrategias: “Seguridad Nacional” contra “guerrillas urbanas” y “guerras populares prolongadas”. La vida en juego. Los exiliados eran legión.
Tema del artículo: la decisión del exiliado de regresar a casa, a su país. Palabras más, palabras menos decía allí Benedetti: “El exilio es una decisión que otros toman por nosotros, el desexilio en cambio (palabra cuya creación reclamaba) es una decisión que cada quien habrá de tomar”. El tema no es superfluo. Resume la situación existencial de duda por la que tiene que pasar cada quien: ¿regresar o no regresar? Cada quien tendría sus razones para regresar, cada quien sus razones para no hacerlo. A su vez, al volver, al exiliado le tocaría comprender las razones de los que se quedaron, las acciones que tuvieron que hacer para permanecer con vida, para retener su trabajo, para cuidar a su familia y sus pellejos. En esos tiempos las noticias no viajaban tan rápido como ahora. Las personas no estaban enteradas de lo que sucedía en otros países, menos en aquellos con dictaduras. Estas, sin importar su signo y por definición, controlan la información del exterior. Benedetti era de izquierda entonces, “su” dictadura de derecha.
¿Qué dirá ahora de Venezuela y Nicaragua? Es probable que el número de exilados que ha sumado Venezuela en los tiempos de Chávez y Maduro hayan ya sobrepasado a los de Argentina, Brasil, Chile y Uruguay de los Setenta. Y la Nicaragua de Ortega que ya empezó y seguramente incrementará ese éxodo… ¿No aprenden los políticos? ¿Qué poder tiene el poder que los ciega, los ensordece, los embrutece, los castra? “Fiestas del Chivo” por todos lados.
Hoy los tiempos son distintos en nuestra América. Son los gobiernos de izquierda los que están expulsando a su propia gente. Los exilados son seres humanos que sufren. Sufren tanto dentro de su propia patria, que tienen que salir para salvar sus vidas. Benedetti sigue teniendo razón cuarenta años después en una cosa: el exilio es una decisión que otros toman por uno. La otra parte de su ecuación, el desexilio, ya no es una decisión personal como lo atestiguarán los miles de desexiliados que tendremos en Centroamérica producto de las actuales exigencias de política migratoria estadounidense.
¿Qué opinará de este tema el ahora candidato presidencial del FMLN, quien durante su gestión como canciller jugó destacadísimo papel en la defensa del régimen venezolano que desde hace años está generando esta ola de exiliados? No es cuestión de política exterior, es cuestión de principios. Y de elegir actuar en consecuencia a ellos.
Sicólogo