Los salvadoreños recibimos con asombro y desconfianza, la noticia sobre el término de relaciones diplomáticas con la República de China (Taiwán) y el establecimiento de relaciones con la República Popular China.
Lo primero que se viene a mente luego de estas decisiones inconsultas, es ¿desde cuándo el gobierno del FMLN venía preparando estas acciones, que lógicamente necesitan de algún tiempo para ejecutarse?
La pregunta surge porque apenas el mes pasado, el gobierno de Sánchez Cerén estaba realizando trámites de ley en la Asamblea Legislativa para exonerar de impuestos 800 toneladas métricas de arroz que nuestros amigos de China (Taiwán) donaron a nuestro pueblo, para paliar un poco el grave problema de abastecimiento de granos producido por la sequía.
Es decir, que el gobierno del FMLN, a pesar de que ya estaba en trámites para cortar relaciones con los amigos taiwaneses, seguía aprovechando la generosidad de ellos, disimulando quizás la gran estocada que les estaba preparando.
Que el FMLN traicione o muerda a quien le tendió la mano no es nada nuevo ni de lo que haya que extrañarse, lo que sí sigue causando pena es que a casi 10 años de estar gobernando, todavía no le tengan respeto al pueblo salvadoreño y que ni por un instante se les ocurriera transparentar estos movimientos que, si bien lo hacen cuando falta poco para que abandonen el poder, están comprometiendo en buena parte el futuro de nuestro país.
El gobierno del FMLN no le ha explicado a los salvadoreños, qué pasará con todos esos proyectos de cooperación que nos unían a China (Taiwán), qué pasará con aquellos que involucran a tantos agricultores salvadoreños que se encontraban desarrollando proyectos con nuestros amigos taiwaneses, o con la enorme cuota de azúcar que se exportaba a China (Taiwán), convirtiendo a ese producto en el más rentable de lo exportado al país amigo.
Solo en 2017 y según datos oficiales, hubo un intercambio comercial que sobrepasó los 200 millones de dólares, todo esto sin mencionar que en los más de 80 años de relaciones diplomáticas con nuestros amigos de China (Taiwán), siempre mostraron su calidez y aprecio hacia nuestro país.
Tomar una decisión tan importante, sin consultar al menos a quienes están involucrados en esos proyectos de desarrollo, es sencillamente un disparate.
Este gobierno tampoco ha explicado sobre el futuro inmediato de las relaciones con los Estados Unidos, país que ya se manifestó sobre este tema y que alberga a más de 3 millones de salvadoreños. Al gobierno del FMLN parece no importarle poner en riesgo programas de cooperación otorgados por los Estados Unidos, como la Alianza para la Prosperidad y el Fomilenio II.
Aquí en realidad no se trata de desestimar de entrada lo que la República Popular China pueda o no aportar a nuestro país, porque dicho sea de paso, a estas alturas no sabemos nada de las condiciones en que los funcionarios de este gobierno negociaron su entrada a El Salvador, aquí se trata del engaño, frustración y traición que los salvadoreños sienten, al haber cortado de tajo con un socio importante para nuestro desarrollo.