Muchas gracias, apreciable señor embajador de Alemania, Bernd Finke, por su artículo “El Salvador como destino turístico… una perspectiva alemana”. No puedo menos que agradecerle por la forma en que se expresa de mi querido país, en momentos en que se le asocia únicamente con maras, asesinatos y se le ha llamado, incluso, “a shithole”.
Afortunadamente, usted se me adelantó y abordó el tema sobre el que quería escribir esta semana: la importancia de promover el turismo. Digo afortunadamente porque yo no lo hubiera podido hacer mejor. Usted nos traza medidas claras y sencillas para desarrollar el turismo, fuente importante de divisas y desarrollo.
Para mí, su gran nación es un ejemplo a seguir. Llegué a estudiar a Alemania en 1965, cuando apenas habían pasado 20 años de finalizada la Segunda Guerra Mundial, que la dejó totalmente destruida y a sus ciudadanos moralmente devastados. Sin embargo, de aquel difícil capítulo en su historia, el único vestigio que encontré estaba en los buses o tranvías, fue un rótulo encima de un asiento al frente, que decía: “kriegsbeshaedigt”, asiento designado para los “lesionados de guerra”. No había señales de la guerra, Alemania estaba completamente reconstruida.
Mis amigos alemanes jamás pensaron que las dos Alemanias se reunificarían algún día. Hoy día vemos a una Alemania hermanada y ejerciendo su liderazgo en la Unión Europea, con una sólida fortaleza financiera y brindando ayuda a muchos países, incluso al nuestro.
Siempre me he sentido orgulloso de mi país, no solo por sus bellezas naturales, sino especialmente por su gente, los salvadoreños, gente trabajadora, creativa y, desafortunadamente, muy sufrida. Tuvimos una guerra fratricida y logramos hacer la paz, un ejemplo para los pueblos en conflicto. ¡Pero mire cómo estamos después de 26 años de firmada la paz! La población ha sido traicionada por intereses personales de los gobernantes, hay corrupción, inseguridad, falta de desarrollo y oportunidades. Pero bueno, no estamos para quejarnos, sino ver cómo nos superamos y mejoramos. Usted y su valiente patria nos han enseñado un camino.
Me gustó mucho cuando hacia el final de su artículo dice: “No podremos convertir a El Salvador en un paraíso turístico de la noche a la mañana. El desarrollo del turismo sostenible requiere paciencia, un pequeño paso tras otro”. Y ese es el reto que tiene nuestro ministro de Turismo, José Napoleón Duarte. Es importante diseñar un plan a largo plazo en lugar de que cada funcionario que llegue a la cartera desarrolle uno personal. Muy linda la campaña “El Salvador grande como su gente”, pero debe ser parte de una visión de futuro y continuidad, con objetivos concretos y medibles semestral o anualmente.
José Napoleón Duarte, titular de Turismo, tiene un enorme reto y estoy seguro de que cuenta con el apoyo de las fuerzas vivas de la nación. Con esfuerzos aislados poco se puede avanzar, por eso debemos trabajar unidos. En esto los alemanes tienen mucho que enseñarnos: su cultura de responsabilidad, dedicación, constancia, puntualidad y trabajo en equipo los ha hecho líderes, no solo en la industria automotriz, sino en muchos campos, como la música, las letras y muchas más.
Es importante también promover el turismo nacional, en lo que considero se ha hecho un buen trabajo, pero no suficiente. Los salvadoreños gozamos de visitar los países vecinos, especialmente Guatemala, pero somos reacios a pagar un hotel en nuestro territorio. En la medida que los destinos internos sean la prioridad, mejoraremos nuestra infraestructura hotelera.
También, embajador, menciona que “las mejores recomendaciones de un país como destino turístico son las personas que lo han visitado. Lo que cuentan a sus familiares y amigos, lo que publican en redes sociales, las fotos e historias tienen un efecto enorme tanto positiva como negativamente”.
Sin duda, usted ha visitado el Cerro Verde. Pero allí no disponemos de servicios sanitarios limpios y funcionales para los turistas que lo visitan. En lo personal disfruto de subir un par de veces al año el Ilamatepec, en Santa Ana, o el Izalco. Pero las condiciones de los servicios sanitarios son tan deplorables y antihigiénicos, que la opción de buscar un espacio en el bosque es más aceptable. Igual puedo decirle de los servicios sanitarios en nuestra frontera de Las Chinamas, carretera hacia Guatemala. Sobre este punto, Duarte tiene una oportunidad de reparar algo muy negativo para cualquier turista y dejar su huella con una pequeña inversión.
Pero cómo llegar a El Salvador, cuando muchas veces le sale más barato a un estadounidense viajar a Europa. Nuestras tarifas aéreas son desproporcionadamente altas. Para volar de aquí hacia Guatemala no es extraño tener que pagar $700. ¡Sí, $700 por un vuelo de 20 minutos! Otro ejemplo: un vuelo de San José, Costa Rica a Miami, cuesta la mitad que un vuelo de San Salvador a Miami. A Costa Rica llegan muchas líneas aéreas y la competencia les genera grandes beneficios.
Querido embajador, usted concluye su reflexión diciendo: “Espero que en el futuro muchos turistas se dejen enriquecer por la hospitalidad de los salvadoreños y por la diversidad cultural y la belleza natural del país”.
Usted ha llegado a conocer el alma de nuestra gente y se ha ganado nuestro cariño. Por eso me permito llamarle “amigo” y escribirle estas palabras.
Vielen Dank lieber Freund Bernd Finke (Muchas gracias, querido amigo Bernd Finke).
Empresario