Paciente murió esperando atención médica en el hospital nacional de Soyapango

Fuentes del Ministerio Salud aseguraron que el caso está bajo “auditoría médica”

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La esposa de Erick Armando muestra a su hijo la fotografía de su esposo. También deja otro niño en la orfandad. Foto EDH / Lissette Lemus

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04 August 2018

Las últimas 22 horas de vida de Erick Armando Reyes Cerros, de 24 años, fueron eternas, de constantes gemidos de dolor abdominal y de una falta de atención médica de parte de los doctores del hospital José Molina Martínez, en Soyapango, según lo afirma a El Diario de Hoy, su esposa Alejandra Carolina Beltrán.

Alejandra dice haber sido testigo de cómo Erick se retorcía de dolor ante la mirada de otros pacientes en los pasillos del referido hospital, el lunes 23 de julio pasado. Erick murió repentinamente dejando en la orfandad a dos niños de 1 y 3 años.

El Diario de Hoy hizo una gestión para entrevistar al director del referido hospital, pero personeros de la Unidad de Comunicaciones del Ministerio de Salud Pública confirmaron que Erick fue atendido en dicho hospital, pero que ese caso está bajo “auditoría médica”.

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Alejandra insiste en que hubo negligencia y que ese lunes 23 de julio llegó con su esposo a las 8:00 de la noche a la sala de emergencias del hospital Molina Martínez. Después de una hora, un doctor examinó con sus manos a Erick y solo lo remitió a una oficina administrativa para sacar el cuadro de registro.

Erick no tenía camilla y se retorcía de los dolores en uno de los pasillos. A las 9:18 su esposa documentó con una fotografía el lugar donde estaba su esposo tirado en una acera. La desesperada mujer pedía ayuda y de mucho insistir, dice que “terminó discutiendo con los doctores y enfermeras del nosocomio”. Erick seguía quejándose del dolor.

Nadie lo atendió y a las 11:00 de la noche, su pareja se desesperó y ambos decidieron regresar a casa con la esperanza de prestar un dinero y buscar un hospital privado al día siguiente. Erick trató de resistir el dolor.

Sin embargo, a las 4:30 de la mañana del día siguiente, no soportó más el dolor y regresó al hospital. Eran las 5:00 de la mañana del 24 de julio. Otra doctora lo examinó con las manos y dejó entrever que Erick debía ser operado.

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Nadie atendió a Erick hasta la 1:19 de la tarde cuando le colocaron un suero en su mano izquierda. Dos horas después, una doctora colocó sondas al paciente. Los agudos dolores abdominales de Erick no cesaban.

Prioridad a presuntos mareros

A las 4:30 de la tarde le realizaron una ultrasonografía y a las 5:00 de la tarde, una doctora expresó que era necesario operar, sin embargo, a esa hora ingresaron dos pacientes (presuntos pandilleros) con heridas graves de bala y les dieron prioridad. Erick debió esperar.

A las 6:00 de la tarde los dolores del paciente eran insoportables, al punto que se desvanecía. Ante los insistentes gritos de súplica de parte de Alejandra para que atendieran a su esposo, los doctores lo ingresaron a la sala de trauma. Erick tenía elevada la presión, estaba pálido y casi inconsciente.

Media hora después, lo sacaron de la referida sala sin dar explicación. Después de media hora, los dedos se le tornaron morados, ya agonizaba. Alejandra gritó a los doctores que le ayudaran.

El paciente fue ingresado de nuevo a la sala de traumas, pero murió a las 7:05 de la noche. Su esposa está segura de que no fue atendido correctamente y responsabiliza a los doctores de no darle a Erick “una atención adecuada”.

De acuerdo con el informe médico forense, Erick murió de una sepsis intraabdominal (dolor intenso en la parte del estómago).

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Para Alejandra, la esposa, solo hay una verdad: “Quiero dejar constancia que mi esposo murió como un salvadoreño cualquiera en este país que padece de un sistema de salud deplorable”.