Están ciegos, sordos y se creen dioses

descripción de la imagen

Por

28 July 2018

En julio de 2007, el cardenal de Honduras, Óscar Rodríguez Maradiaga, le dijo a un egocéntrico Hugo Chávez: “Usted está ciego, sordo y se cree Dios...”. La soberbia y agresiva reacción del presidente venezolano no se hizo esperar: estalló en insultos irrepetibles contra el prelado, por los cuales el entonces gobernante hondureño, Mel Zelaya, tuvo que hacer un acto de desagravio y que Chávez pidiera disculpas a regañadientes.

El comportamiento de Chávez y su reacción ante la crítica muestra hasta dónde puede llevar el ego hinchado a una persona, como planteábamos en un artículo anterior: no ven ni oyen nada distinto a lo que hay en su cabeza y llegan a creerse intocables, omnipotentes y eternos. Su realidad es lo que imaginan o ansían con ambición desmedida.

El padre del Psicoanálisis, Sigmund Freud, definía tres aspectos de la personalidad del ser humano: el Id, el Yo o el ego y el Super-yo o Super-ego.

Estos no pueden actuar cada cual por separado, sino que debe haber una integración, para que exista un balance, ya que los tres son importantes por igual.

Resulta a menudo difícil conocer en realidad a las personas que nos rodean, pero más complejo resulta aprender a conocerse a sí mismo, en especial, conocer la propia personalidad, pero al hacer un análisis de lo que hay en cada quien se podrá observar cómo trabajan esos tres aspectos en la forma de ser, de actuar o de responder de cada persona.

El llamado Id es el instinto, el impulso. El llamado Ego es el que distingue lo objetivo y subjetivo. El Super-ego es el componente moral o cultural, promueve el autocontrol, es el que analiza lo correcto de lo incorrecto, lo que es o debe ser. Por lo tanto, la persona que no logre equilibrar los tres es la que se dejará llevar ya sea por sus emociones, instintos o impulsos, o por la conducción errada de su realidad.

Es por ello que, si bien es cierto el ser humano desde que nace tiene necesidades que satisfacer a lo largo de la vida, debe aprender a hacerlo de una forma consciente y eso se aprende desde la infancia y es cuando vuelven a jugar un papel importante, la familia, la escuela y la sociedad, de enseñarle al niño, niña, cómo y cuándo se pueden obtener las cosas, tomando en consideración la realidad que le rodea y no, a costa de lo que sea y como dé lugar.

Sin embargo, en la edad adulta la persona que no aprendió lo anterior, de pequeña, o lo desaprendió en el camino, crecerá con esa forma de proceder descontrolada y desmedida, llevándose en ocasiones de encuentro a otras personas, para satisfacer sus deseos, hasta el punto de creer que todo gira alrededor de ella; entonces será difícil pedir un balance.

No se pretende evitar que la persona inhiba sus deseos de superación o de autorrealización, no es malo o inadecuado, pero debe aprender a hacerlo a través de la satisfacción de un ego ideal o normal, siendo consciente de su realidad.

A lo largo del tiempo han existido personas que se han dejado absorber por sus propios intereses, por sus ambiciones de logro, de poder a costa de lo que sea, cometiendo errores graves. Muchas de ellas se han convertido en personas irracionales, déspotas y despreciables ante la sociedad y el mundo.

Es tiempo de analizarnos a nosotros mismos y encontrar el Yo interno y que haya un verdadero balance en nuestras vidas. No se pueden llevar de encuentro al más débil o darle alas al más fuerte. Debe haber un cambio, no dando el brazo a torcer como se dice por allí, sino reconociendo lo que es el actuar con cordura, con equilibrio, buscar un punto medio.

El ganar, ganar debe ser para todos. El que siembra, cosecha. Nunca es tarde para cambiar el rumbo de las cosas, más cuando el rumbo que se ha tomado para obtenerlas es el equivocado, sobre todo si es el más fácil y a base de trampas. Nunca es tarde tampoco para aprender valores y cultivar virtudes, para que al momento de rendir cuentas, responda por lo que fue y cómo fue y no por lo que tuvo o logró.

Licenciada en Psicología y Máster

en Diseños y aplicaciones en

Psicología y Salud.

Colaboradora de El Diario de Hoy.