La pata de mono

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26 July 2018

Era un talismán que concedía tres deseos. Termina en manos del señor White. El viejo, creyendo que jugaba, pide las doscientas libras que le hacen falta para pagar la hipoteca.

Al día siguiente su hijo no regresa del trabajo. En su lugar llega un representante de la empresa con la noticia de que el muchacho fue descuartizado por una de las máquinas. Le entregan la compensación: doscientas libras.

Diez días después de enterrar el irreconocible cuerpo del joven, la señora White, desesperada, le exige a su marido que pida el segundo deseo: el regreso de su hijo. El viejo finalmente cede.

Esa noche tocan a la puerta. La madre, ilusionada, corre a recibir a su hijo. El padre, aterrorizado, busca la pata de mono. Finalmente la encuentra. Cuando la madre abre, solo encuentra la tranquilidad de la noche.

La pata de mono es un cuento de W. W. Jacobs. Plantea el viejo adagio: Tené cuidado con lo que deseás, pues puede cumplirse.

Hace unas semanas un grupo de activistas y diputados presentaron a la Asamblea Legislativa el proyecto de Ley de Educación en Afectividad y Sexualidad Responsable (LEASR). Pidieron un deseo a su pata de mono. Es válido. Pero, como en el cuento, de haberse aprobado, puede ser que no les hubieran gustado los resultados.

Proponían crear una comisión formada por representantes del Ministerio de Educación, el Ministerio de Salud, el Consejo Nacional de la Niñez y la Adolescencia, y la Secretaría de Inclusión Social (art. 4 LEASR). Esta elaboraría el Programa Nacional de Educación en Afectividad y Sexualidad Responsable (art. 5.a LEASR). El protocolo y material didáctico sería elaborado por el Ministerio de Educación (art. 5.b LEASR).

Resulta que este programa tendría un carácter obligatorio (arts. 7 y 8 LEASR). Así, todos los centros educativos, públicos y privados deberían impartir la materia de Afectividad y Sexualidad Responsable en consonancia con el programa y material elaborado por el gobierno.

Una materia en que existe una pluralidad de visiones es la sexualidad. Algunos aseguran que el género es una construcción cultural, otros que es una determinación biológica. Unos aceptarán la realidad de las relaciones sexuales tempranas y promoverán medidas para que se desarrollen de manera segura, mientras que otros priorizaran promover el inicio de las relaciones sexuales hasta la adultez.

El primer paso para convivir en sociedad es respetar la visión del otro, incluso cuando se encuentre en nuestras antípodas. De ahí que es peligroso, particularmente en esta área, que desde la cúpula del Estado se defina una visión única.

Probablemente los promotores de esa ley planteaban esa solución pues hoy encuentran afinidad con el gobierno de turno. Pero el futuro es inescrutable. ¿Y si mañana llega un gobierno cuyos funcionarios tengan, en esta materia, afinidad con la Iglesia Católica, el Tabernáculo Bíblico Bautista, u otro grupo? ¿Mantendrían su propuesta tal como la presentaron?

Si la validez del proyecto dependía de la afinidad ideológica con el gobierno de turno, entonces puede ser que la solución propuesta no haya sido la mejor. Probablemente lo que deseaban a su pata de mono escondía una amenaza a sus propios intereses.

En lugar de otorgar al gobierno el poder para definir la visión sobre sexualidad con que se debe educar a los niños y adolescentes, puede que sea mejor permitir la pluralidad de programas educativos, y abrir la participación de los padres y la familia en la aprobación y ejecución de los mismos.

Izar la bandera de la diversidad implica también respetar las visiones de los demás. Aunque discrepemos profundamente con ellas. Intentar imponer la propia mediante la fuerza del Estado no es aceptable.

Abogado

@dolmedosanchez