El Salvador a colores, historias que inspiran

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20 July 2018

Gracias a Dios, la mayoría de salvadoreños somos considerados bondadosos, amables y hospitalarios, pero hay muchos que además son inspiradores, dan lecciones mágicas y nos hinchan el corazón; gritan al mundo que El Salvador es resiliente, como un mago con su cajón de trucos: si falla uno, hay más.

Melvin Gómez, de 25 años, es sobreviviente de una masacre perpetrada hace unos nueve años. Mientras celebraba en un río su despedida de noveno grado, delincuentes arremetieron contra su vida y la de sus compañeros. Sobrevivió pero con un diagnóstico de paraplejía y con el recuerdo tangible del plomo en su cuerpo. De la noche a la mañana, como muchos, llegó al mundo de la discapacidad. Una historia triste pero de lo cotidiano en el país.

El proceso de negación a esa cruel realidad se agudizó por sus condiciones de pobreza. Originario de Huizúcar en La Libertad, Melvin y los suyos comenzarían a preparar “los trucos”, y “buscar en el baúl”, algo que le permitiría aceptar y vivir esta etapa.

Melvin tomó el pincel, cuando tuvo doce años, su vecino le enseñó a dibujar. Aunque no hubo mucha dedicación en ese momento, fue el principio del artista que es ahora.

Después del “accidente”, porque así prefiere llamarlo, sus obras reflejan bocas humanas gritando, cuerpos con perforaciones; es aceptable: el dolor, cualquier sea, hay que manifestarlo con alguna expresión; sin embargo, el artista comenzó a dar color a su nombre. Se rodeó de otros pintores, gente que reconoció su talento y sus valores. Apoyado por “ángeles”, como él les llama buscó opciones fuera del país.

Hace cuatro años, la Asociación de Colegios Internacionales, que fue presidida por el humanista Nelson Mandela, le otorgó una beca para estudiar Bellas Artes en Noruega. También se becó en el Centro Cultural y aprendió inglés, que posteriormente perfeccionó. La movilidad ha sido un desafío permanente, principalmente en El Salvador, donde el sistema tiene deudas con la inclusividad.

Con las dificultades que implica insertarse en otra cultura, estudió y trabajó en la biblioteca de la institución; logró comprar una casa para los suyos, destacar en las olimpiadas para personas con discapacidad.

La resiliencia es la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a situaciones adversas; y en nuestro país no solo se trata de adaptarse sino de ver y dibujar “las estrellas cuando el techo está roto”, Melvin tiene una red de apoyo que crece, tiene habilidades, diseñó un plan, y lo activó.

Regresó de Noruega, con un pensamiento multicultural y critica visión del mundo; tiene un portafolio y sus temas son las figuras humanas y ángeles. Ha expuesto sus obras dentro y fuera del país, ha pintado un mural a la Reina de Noruega dedicado a la paz. Pronto comienza una licenciatura en una universidad de Estados Unidos y es el único salvadoreño y además becado.

Y en todo eso, dónde está “el perdón y la paz”, una frase, compleja y demandada, y que no es asunto de magia. Melvin está en paz consigo mismo porque se acepta, porque lucha por transformar su entorno; desde sus habilidades ha gestionado proyectos para escuelas públicas y graduará a la primera promoción de niños pintores de Huizúcar, respaldado por la Fundación Izote, y vienen más proyectos movidos por su pincel y demostrando que el desarrollo local también es protagonizado por la inclusividad.

Demuestra que podemos ser una sociedad capaz de reconciliarse, y mantener el espíritu en pie; sonríe y reconoce que sí, sí ha perdonado a sus verdugos, porque en caso contrario, su paleta no tendría colores para pintar un Huizúcar y un El Salvador mejor.

Periodista especializada en

turismo y desarrollo local