Bebé símbolo de familias separadas en EE. UU. llega a casa

El pequeño tenía 10 meses cuando fue llevado a un albergue por la Patrulla Fronteriza y allí celebró su primer cumpleaños sin sus padres.

descripción de la imagen
EL PASO, TX - JULY 19: A man, identified only as Eduardo, stands with his son, Louis, 7, in an Annunciation House facility after they were reunited earlier today on July 19, 2018 in El Paso, Texas. The two, originally from Honduras, were reunited in an I.C.E processing center after being separated for three months when they tried to cross into the United States. A court-ordered July 26th deadline is approaching for the U.S. government to reunite as many as 2,551 migrant children ages 5 to 17 that had been separated from their families. Joe Raedle/Getty Images/AFP == FOR NEWSPAPERS, INTERNET, TELCOS & TELEVISION USE ONLY == US-IMMIGRANTS-REUNITED-WITH-THEIR-CHILDREN-AFTER-RELEASE-FROM-DE

Por

20 July 2018

Un bebé que se volvió un ícono de la política del gobierno de Estados Unidos de separar a los inmigrantes de sus hijos se reunió por el fin el viernes con sus padres, cinco meses después de que fue separado de ellos en la frontera estadounidense.

Johan Bueso Montecinos llegó en avión a San Pedro Sula, Honduras, que abordó en Estados Unidos después de que las autoridades consulares hondureñas y estadounidenses hicieron los arreglos pertinentes. La reunión se llevó a cabo en un vehículo del gobierno.

Así concluye la extraordinaria travesía de Johan, un bebé en cuya corta vida ha pasado por la pobreza de Honduras, un desesperado cruce por la frontera de Estados Unidos y a la primera plana de los diarios del mundo.

Capturado por agentes de la Patrulla Fronteriza casi al instante de su llegada, el padre de Johan fue deportado. Y el pequeño de 10 meses permaneció en un albergue en Arizona bajo el cuidado del gobierno estadounidense. En los cinco meses que siguieron, dio sus primeros pasos, pronunció sus primeras palabras, celebró su primer cumpleaños. Sus padres, a cientos de kilómetros (millas) de distancia, se lo perdieron todo.

Leer más: Trump y Putin elogian su cumbre “exitosa y útil”

Cuando su madre y padre lo vieron por última vez, tenía dos dientecillos. Ahora su dentadura está completa.

A principios de julio, Johan compareció ante un juez de inmigración. Un reporte de The Associated Press de ese suceso -la ofuscación del juez sobre cómo lidiar con el pequeño detenido en pañales que se alimentaba con un biberón- causó indignación internacional porque personificaba la política del gobierno de Donald Trump de separar a niños inmigrantes de sus padres.

“Nunca pensé que fueran tan crueles”, dijo su padre, Rolando Antonio Bueso Castillo, de 37 años.

Rolando pensó que su plan era bonito. Escaparía de su dura vida en el pequeño pueblo de Libertad. Sus hijos no crecerían bajo la misma pobreza que él tuvo que soportar, cuando dejó la escuela en cuarto de primaria para vender burritos y ayudar a su madre soltera a mantenerlo a él y a sus cuatro hermanos.

Hace siete años, su hermano menor dejó las montañas productoras de café en el centro de Honduras para ir a Estados Unidos y salió adelante en Maryland con su esposa e hijos. Su hermana lo siguió y también le fue bien. El hermano mayor murió en un tiroteo desde un auto en movimiento en San Pedro Sula, una de las ciudades más peligrosas en Latinoamérica.

Leer más: Denuncian que el Gobierno de Trump sigue separando a familias en la frontera

Rolando se quedó atrás con su esposa Adalicia Montecinos y la hermana discapacitada de él, de 35 años, en su casa rosa, de dos recámaras, piso de cemento y techo de lámina. Ganaba 10 dólares al día conduciendo un autobús; su hermano en Estados Unidos enviaba cientos de dólares para ayudar.

Rolando, un hombre de buen trato que no permanece quieto por mucho tiempo, era consciente de los peligros de atravesar México. Muchos centroamericanos han muerto por brincar desde trenes o son secuestrados por pandillas, los roban o atacan con armas de fuego en su camino a Estados Unidos.