Desenterrando malos hábitos

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19 July 2018

La sociedad civil organizada está desempeñando una tarea de primer orden. Esta semana hemos presenciado un acto que demuestra la unidad que la convoca alrededor de la independencia de las instituciones. También fuimos testigos de las amenazas y el acoso que grupos extremistas ejercieron sobre un movimiento ciudadano que discutía el tema del agua.

No cabe duda de que quienes exigen respeto a la ley y a las instituciones son incómodos al poder político. Los señalamientos por el irrespeto al Estado de derecho al incumplir el plazo para elegir a un tercio de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) no son bien recibidos por algunos diputados. Estos últimos suponen que, con tal de elegir “bien”, pueden mantener “descabezada” a la Sala de lo Constitucional. La práctica de retrasar la designación de segundo grado de funcionarios se ha enraizado en nuestro sistema. En el futuro cercano debe normarse una sanción que responsabilice penal y patrimonialmente a los legisladores que posterguen esta decisión más allá del periodo legal.

Los gremios, las asociaciones de abogados, los centros de pensamiento y las organizaciones que vienen impulsando la reforma política y electoral tienen una sola petición: que se preserve la República cuidando la autonomía de las instituciones estatales. No buscan impulsar a una persona en particular. Exigen que los electos cumplan con el perfil que demanda la administración de justicia constitucional. Ciertamente se opondrán a que la CSJ sea manipulada por ideologías partidarias. Varias de las sentencias de los magistrados que terminaron su periodo de nueve años el pasado 15 de julio establecieron criterios muy claros en ese sentido. No quieren que personas vinculadas a los institutos políticos sean nombradas por la Asamblea Legislativa como titulares de instancias públicas.

Por otra parte el pasado martes, en un evento del Movimiento Libertad, un grupo de individuos asaltó el salón gritando consignas en contra de la supuesta “privatización del agua”. En la actividad no se discutía la “mercantilización” del vital líquido ni se conspiraba contra el gobierno ni mucho menos se preparaba una embestida a la Asamblea para detener el estudio de los proyectos de ley general del agua. La conducta bravucona de los manifestantes demuestra que se empiezan a rebasar los límites de la cordura y que nos estamos aproximando a tiempos que creímos superados en los que la intolerancia nubló la razón y la sustituyó por la violencia.

En el video que circula en redes sociales se puede observar la agresividad de los “jóvenes” en contra de los asistentes al encuentro mencionado. No les importó que se tratara de personas de la tercera edad o de mujeres. Tampoco atendieron el llamado a la sensatez y al orden en el que se les invitaba a sentarse, a escuchar los planteamientos del ponente y a intercambiar, civilizadamente, puntos de vista sobre la temática. Simplemente había un objetivo que cumplir. Se trató de una provocación que buscaba iniciar una trifulca. Los patrocinadores de este tipo de episodios persiguen callar cualquier posición contraria a la suya. Fingen un reclamo legítimo y justifican su belicosidad porque, presuntamente, no los escuchan ni les conceden espacios para exponer sus posturas. La realidad desmiente esta estrategia. Ahora abundan las plataformas en las que se pueden plantear las ideas, por más diversas que estas sean. Si algo aprendimos del conflicto armado fue precisamente a aceptar que existen diferencias que, bien administradas, permiten construir acuerdos como el de Chapultepec. En otras palabras, la paz allanó el camino hacia el diálogo político.

El siglo XXI nos ha mostrado una sociedad civil empoderada. Ahora la gente sabe más, reclama más y espera más de sus representantes. La tozudez de algunos gobernantes, como la de Daniel Ortega en Nicaragua, los lleva a extremos que derivan en acciones represivas con tal de silenciar cualquier reclamo que arriesgue su continuidad en el poder. En otros casos, como el nuestro, se intenta asustar con actuaciones violentas para impedir el avance de la inteligencia, de la racionalidad y del buen juicio. Los hechos de esta semana nos indican que los ciudadanos están atentos al proceder de los políticos. Pero también nos muestran que hay mentes oscuras desenterrando “malos hábitos” para enmudecer a las voces que consideran un estorbo.

Abogado y

politólogo