Sí, es hora de actuar

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13 July 2018

Me pareció muy interesante (y aterrador) el artículo “Es hora de actuar”, publicado por Claudia Cristiani en estas páginas. Aterrador porque las estadísticas allí descritas, relativas a la situación de nuestras niñas, paran el pelo: embarazo y maternidad precoces, abandono de los estudios, violencia intrafamiliar, violaciones dentro y fuera de la mal llamada “familia” (porque donde sucede algo así no merece ese nombre) y todo tipo de injusticias que condenan a la pobreza a nuestras pequeñas, precisamente porque no podrán prepararse para tener una vida mejor. Efectivamente, Claudia tiene toda la razón: es hora de actuar. Sí, y definamos ¿de qué manera?

Claudia menciona que menos del 40 % de las familias salvadoreñas son nucleares (padre, madre, hijos). Posiblemente allí radiquen las demás estadísticas, tan graves. Sí, ya sé que hay otro tipo de familias que son maravillosas aunque no sean la familia “tradicional” (ahora la palabra “tradicional” es tan satánica como la palabra “privatización”). Hay familias constituidas, digamos, solo por mujeres, que son verdaderamente ejemplares. La abuela, la madre, las hijas y muchas veces también las tías, forman una familia donde reina el respeto, el amor, la convivencia, el trabajo compartido y bien hecho, el estudio y la dedicación. Entonces, ¿cuál es el problema?

El problema es que ese modelo se repite per secula. Aunque todas ellas, obligatoriamente, han nacido de la unión entre una mujer (que ha asumido todas las responsabilidades) y un hombre (que quién sabe por dónde anda), la mayoría aprenden a ver como normal el salir embarazadas, sin aspirar a ser respetadas y apoyadas, ellas y sus hijos, por un esposo y padre que debería compartir al ciento por ciento todas las responsabilidades de traer una criatura al mundo. Son raros los casos en que una niña nacida en ese ambiente rompe el círculo y forma una familia nuclear.

¡No digamos los varones! Crecen con la certeza de haber nacido para ser un zángano mimado y atendido, sin más responsabilidad que sus propios caprichos.

De allí que la necesidad prioritaria debería ser educar a nuestros niños para que, en el futuro, estén capacitados para constituir familias funcionales. Una educación que, sin menospreciar al 60 % de las familias que no son nucleares, sí les muestre las ventajas altamente comprobadas que, en todo aspecto, tiene la familia nuclear. Dentro de esa formación entraría el tema de la educación sexual, que inicia con el respeto a sí mismo y con el trato que debe darse y recibirse con todos los demás. Una formación que debe ser extensiva a los padres de familia, porque la inmensa mayoría de quienes no actúan como deberían, lo hacen no por maldad, sino por ignorancia, porque nunca nadie les instruyó ni mucho menos les dio el ejemplo sobre cómo construir una familia funcional.

Según nuestra Constitución, la familia es la base de la sociedad, y según el Código de Familia, el matrimonio es la base para la familia, aunque allí se reconocen también las uniones “de hecho”. Existe mucha información sobre las variadas ventajas que la familia nuclear aporta (a los hijos y a la sociedad), lo que es razón suficiente para promoverla y apoyarla. Por eso, al respecto de establecer una materia sobre cómo prepararse para construir buenas familias (escójase un nombre atractivo para dicha materia), coincido con Claudia Cristiani: es hora de actuar.

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