El Salvador no va al Mundial y muy probablemente seguirá sin obtener el boleto para participar por varios años más en una de las mayores competencias a nivel global. No quiero ser malinterpretado. No se debe a que seamos incapaces y no es por que tengamos “mala genética”. Las causas son las mismas por las que el país se mantiene como uno de los más violentos a nivel latinoamericano, con bajo desarrollo humano y con el 29 % de los hogares salvadoreños viviendo en pobreza. Ciertamente, el fútbol es un reflejo de la sociedad. La falta de visión a largo plazo, el uso del erario y los recursos públicos para fines particulares y de forma discrecional, la poca eficiencia de las instituciones y el diseño de pobres políticas públicas que no están enfocadas en resolver las necesidades de la población menos favorecida, son de las principales razones de que nuestro país continúa estancándose en progreso social.
A primera vista podría parecer que el deporte no está ligado con la política, no obstante su vínculo es sumamente estrecho. El deporte, al igual que el arte y la cultura, no son vistos como políticas sociales, y por ende no se explotan sus virtudes. Al ser la salvadoreña una sociedad tan desigual, y en donde la violencia afecta a las comunidades más empobrecidas, el deporte podría servir como una gran herramienta para el desarrollo y la paz. Esto debe estar enmarcado dentro de un programa más integral que deba ser aplicado de forma sostenible, y que permita a la juventud transformarse en agentes de cambio dentro de sus comunidades.
En el mundo hay casos exitosos de países que han tenido una visión holística sobre el rol que tiene el deporte, y en específico, el fútbol. Si tomamos como ejemplo a Francia, los clubes de la liga francesa envían sus cazatalentos a buscar el oro escondido en los banlieues o barrios marginales. De los 23 jugadores franceses que están participando en el Mundial de Rusia, 8 provienen de estos barrios; entre los que se encuentran Kylian Mbappé y Paul Pogba, dos de los jugadores más cotizados a nivel internacional. Caso similar es Brasil, cuya selección se ha compuesto de jugadores que han crecido en entornos de violencia y pobreza, como Ronaldinho, Gabriel Jesus o Neymar Jr.
Otros países han seguido esquemas como el Grassroots Football, o fútbol de base, por medio del cual se entrenan a niños desde edad muy temprana como parte de actividades extraescolares. El caso islandés es uno de los que más ha llamado la atención desde su participación en la Eurocopa de 2016. Islandia, pese a que vive en condiciones climáticas inhóspitas y con un promedio de 1258 horas solares por año, hizo del Grassroots Football su enfoque filosófico. El secreto de Islandia fue hacerle frente a las condiciones climáticas con la construcción de “Casas de Fútbol” y entrenar a buenos jugadores por los últimos 10 a 15 años. La recreación organizada y el trabajo en conjunto entre el Estado y las familias tuvo como uno de sus más grandes resultados la reducción del consumo de alcohol, tabaco y cannabis entre los jóvenes islandeses. Alemania es uno de los países que ha obtenido resultados más fructíferos. Después de perder en el mundial de 2002 contra Brasil, la Federación Alemana de Fútbol diseñó el Programa de Desarrollo de Talentos, con el que se construyeron 390 bases en todo el país para que los jóvenes más talentosos pudiesen entrenar. ¿El resultado? Alemania ganó el Mundial de Sudáfrica en 2014.
Para cambiar nuestro país necesitamos reproducir e implementar diferentes alternativas, que generen mayor cohesión social en lugar de crear división, como las medidas represivas que se han implementado en los últimos años para combatir la criminalidad. Además, debemos trazarnos objetivos grandes, como asistir a competencias de talla mundial que permitan mejorar nuestra imagen como país, en lugar de proponernos metas tan mediocres como simplemente ganarle a México en un partido de fútbol. Probablemente no vayamos al Mundial en 2022 o 2026, pero podemos abrir el camino para crear una generación de jóvenes más comprometidos con su país y una sociedad de oportunidades.
Internacionalista
codirector en Censura Cero
@gzura17