Los malditos plazos

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13 July 2018

Vivimos en una sociedad que siempre está en guerra con los plazos, empezando con los ciudadanos. Solemos cumplir con nuestras obligaciones al último día o ya vencido el plazo, esperando que no tenga consecuencias.

Más grave aún cuando esto pasa en política y la vida institucional. ¿Por qué la Asamblea Legislativa deja la elección de los nuevos magistrados hasta el último fin de semana, cuando desde hace 9 años se sabía que el mandato de los magistrados salientes termina el domingo 15 de julio? ¿Qué necesidad había de programar todo el proceso de selección de los futuros magistrados de la manera que el informe sobre las entrevistas de los candidatos se entregara a la Comisión Política de la Asamblea hasta el miércoles 11 de julio, dejando solo un día para su análisis, antes de que el asunto llegue a la plenaria que tiene que efectuar la elección? Ninguna razón aceptable. Todo el proceso está mal diseñado —o por indiferencia o con mala intención. Con este calendario apretado es humanamente imposible que los miembros de la Comisión Política tomen una decisión informada, basada en análisis y debate, sobre quienes de los 30 candidatos son los más idóneos. Ni hablar de los 84 diputados que al final tendrán que elegir.

¿Cuál es la consecuencia? Si los diputados de la Comisión Política y de la plenaria no están en capacidad de tomar una decisión informada, ¿con base en qué van a votar? No les quedara otra que acatar la línea de sus respectivas dirigencias, dependiendo de las negociaciones que estas hayan tenido entre ellas.

Es triste: o habrá una elección a tiempo, pero no informada, o los diputados se van a tomar más tiempo, y a partir de lunes 16 de julio el país no tendrá Sala de lo Constitucional.

Otro ejemplo del mal manejo de los plazos, incluyendo los plazos fatales, es la fecha tope para inscribir coaliciones para la elección presidencial de febrero 2019. Este plazo vence el 7 de agosto. Una fecha que todo el mundo conoce desde más de un año, cuando se definió el calendario electoral. Las fuerzas políticas principales están considerando y negociando coaliciones con otros partidos. ARENA quiere ir en coalición con el PCN y el PDC, pero también tiene pláticas con GANA. El Frente quiere ir con GANA, pero como esta novia también baila con otros galanes (ARENA y Nuevas Ideas), tampoco descarta proponer a Bukele. Bukele se comprometió con el CD, pero como no sabe si esta novia tendrá permiso, también quiere amarrar con GANA.

En las tres semanas que quedan, no hay forma que lo que parece telenovela de Televisa se desenrede de una manera democrática, transparente, tomando las decisiones tan estratégicas de manera participativa, de cara a las militancias de los partidos. Una buena mañana, las bases del FMLN, de GANA y de Nuevas Ideas se van a desayunar en los periódicos con quienes han terminado de pactar sus líderes y qué canción les va a tocar cantar en la campaña. Se van a preguntar de dónde salió el vicepresidente que tendrán que apoyar, y qué ha pasado con el proyecto político que discutieron durante meses y que de repente incluye propuestas que antes les dijeron que eran inaceptables.

La coalición de derecha parece un poco más avanzada, y si las dirigencias operan bien, todavía habrá tiempo, aunque apretado, para hacer las bases partícipes de los grandes acuerdos que darán sostenibilidad a un proyecto conjunto. Pero de todos modos no había necesidad de sacrificar la transparencia y la participación democrática con un calendario tan apretado.

Hay que entender que cuando el plazo legal es el 7 de agosto, nadie está obligado de ratificar los acuerdos de coalición el día 6 pasada la medianoche, obviando cualquier proceso interna, ni hablar consulta ciudadana. O en el caso de la elección de magistrados, si la fecha fatal es la medianoche del día domingo 15 de julio, no hubiera sido inconstitucional comenzar las deliberaciones en la Asamblea dos semanas antes, dejando tiempo para debates, aportes de la sociedad civil, análisis, construcción de criterios comunes y, al ser necesario, entrevistas adicionales a los candidatos.

Normalmente, lo que se hace en carrera y al último momento, sale mal. En la vida y e política. La diferencia es: Si un ciudadano deja pasar el plazo para declarar el IVA o para renovar la matrícula de su carro, el único perjudicado es él mismo: Le cae una multa. Pero si es el Estado o un partido, los perjudicados son el país o la democracia.

Periodista