Hace unos días asistí a un conversatorio en Washington DC, denominado “Violencia criminal y justicia transicional en El Salvador”.
Dicho conversatorio me dejó pensando acerca de cuál es el rol que el Estado debe cumplir en una sociedad para que ésta funcione y cuál sería una solución de fondo al tema de la criminalidad.
El rol principal del Estado debe ser proveer seguridad, salud y educación. El tema de la seguridad es el principal problema en El Salvador, ya que si el Estado no puede garantizar la seguridad de sus ciudadanos, estos carecen de la libertad más básica, la libertad de movilización, por no decir el derecho del cual parten todos los demás, como es el derecho a la vida.
Para encontrar una solución, primero debemos identificar los problemas. Para mí, dos son los problemas principales, de los que surge la criminalidad: desigualdad social y corrupción.
Ahora, nos vamos a centrar en la desigualdad social, que es un problema muy profundo y complejo que debemos, al menos minimizar, si queremos salir del círculo vicioso de violencia en el que vivimos, sobre todo cuando tenemos un gobierno que quiere resolverlo con más violencia, sin estrategia y sin conocimiento de la complejidad del mismo, lo cual es una medida desesperada, por no decir ineficiencia e ineptitud.
La pregunta es cómo lo resolvemos. Muchos políticos populistas se han aprovechado de la desigualdad para crear mensajes “marxistas” y usar la bandera de la lucha de clases para llegar al poder, cosa que ha generado un resentimiento de las clases más bajas hacia la clase alta.
Para erradicar la desigualdad social se necesita un aparato estatal que trabaje de manera conjunta en combatir la criminalidad claramente por retomar el control territorial, que mientras usted lee estas líneas lo tienen las pandillas; pero igual de importante tiene que ser llevar oportunidades permanentes, por medio de las cuales muchos jóvenes tengan una salida que no sea la criminalidad, que en este momento es su salida “viable” para sobrevivir.
Y con llevar oportunidades reales lógicamente se cambia de mentalidad de un adoctrinamiento de odio de clases hacia una realidad distinta de querer trabajar y querer superarse, sobre todo si se ve que hay oportunidad de progresar.
Un ejemplo puede ser en Medellín, con el exalcalde Sergio Fajardo, que para retomar la ciudad de un problema parecido, construyó una escuela en el barrio más pobre similar a la mejor escuela privada de Medellín, con un polideportivo e incluso con carreras técnicas para los padres para que puedan explotar sus cualidades.
Cuando logremos superar la desigualdad y corrupción es cuando de verdad vamos a poder ver un cambio profundo, pero para eso se necesita que nuestros políticos dejen de buscar sus intereses personales, dejen de hacer favores a unos pocos y se pongan a trabajar de manera transparente con un plan real, y eficiente.
Lo dicho anteriormente no es una nueva idea, ya fue aplicado antes en Medellín, por ejemplo, y funcionó. Pero al parecer hay candidatos que tienen nuevas ideas con respecto a los temas principales del país, ojalá las compartan, ya que lo único de nuevas ideas que se ha visto hasta el momento es vino viejo en odres viejos, con la etiqueta de nuevo.
Ojalá todo esto no quede como una fantasía y nos unamos como salvadoreños que somos para pasar de esta pesadilla de criminalidad en la que vivimos y sufrimos todos.
Estudiante de Derecho
Universidad de Navarra